- La Historia Jamás Contada -
Provengo de una generación en la que, por primera vez en no
sé cuánto tiempo, el "deber ser" no se remitía a alguna construcción heterónoma,
sino a una autoconciencia ampliada -enhanced- de los propios deseos y posibilidades.
No estábamos más al servicio del Pueblo, el Otro, la Patria o Dios y no por
ello nos sentíamos culpables, es decir, ya no poseíamos una conciencia épica
sino LÍRICA, como lo explicaba mi amigo Sergio Olimán al abordar los “géneros
puros del Arte”. (¡Quién diría que estas distinciones ya tenían lugar en la
Antigua Grecia!)
Fuimos los herederos inmediatos de aquellos pioneros de los años
60 que construyeron una cosmovisión ampliada a partir del propio interior: revolución
esotérica que habría de llevarlos a cuestionar la normativa exotérica en los
más diversos campos, de la moral individual a la Política. Lo sacrosanto de
apenas una generación anterior, la de sus -y nuestros- padres, no quedó sino en
una de entre tantas opciones, de ninguna manera un imperativo insoslayable.
Por eso para nosotros, llegar a ser lo que somos, como nos (re)conocemos,
es lo más natural, por escandaloso que resulte para quienes aún esperan el
beneplácito de la Autoridad -civil, religiosa o trascendente de alguna forma-
para continuar: no somos más los cortesanos tratando de agradar al Monarca en
espera de sus favores, sino quienes nos construimos bajo nuestra propia responsabilidad,
lo mismo en lo terrenal que en aquello que no lo sea, de haber algo más.
Una posición sin mayores conflictos en sí misma, pero que colisiona
con el Poder, que en virtud de ella pierde su base de sustentación en el
inconsciente -en sentido psicoanalítico- de la gente. Por eso la restauración
en marcha, tratando de ganarle terreno a esta libertad consuetudinaria mediante
la vuelta -no puede ser de otro modo- a los viejos valores, que no son otros
que los de la sumisión a lo Heterónomo, sea humano o divino… o una perversa
combinación de ambos, como cuando la Moral se vuelve Política o viceversa.
De ahí la perenne importancia de los free spirits: aquellos
individuos que conscientemente van por su cuenta, sin cuidarse apenas de la maledicencia
de los conformistas, literalmente, “aquellos que se conforman a lo establecido
o sancionado” -por la Sociedad, el Poder, la Religión, el Estado, etc.-
constituyendo la excepción viva a la regla y mostrando que siempre hay un más
allá y que además se da AQUÍ Y AHORA.
La reflexión que vertí en el texto anterior me vino de la
lectura de ORIGINALIDAD, un poema escrito por mi amigo Abel Pérez Rojas describiendo a una -¿imaginaria?,
¿imposible?- joven que vive a su aire suscitando no sólo la envidia de quienes
no son capaces de ser como -o hacer lo que- ella, sino prefigurando también lo
que cada uno puede -podemos- ser con tal de tener la ORIGINALIDAD de ser nada
más que UNO MISMO: en teoría lo más fácil pero en la práctica ya no.
Pero en todo caso, es algo que VALE LA PENA INTENTAR, sobre todo ahora que el nuevo Gobierno nos quiere hacer retroceder en el tiempo, como si los años 60 nunca hubieran existido y no hubiéramos sabido lo que es vivir con mayor LIBERTAD que las generaciones anteriores.
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey)
es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.
Imagen: thecreatorwritings.wordpress.com