No a nosotros señor, no a nosotros, sino para la gloria de tu nombre
(Non nobis Domine non nobis sed Nomini Tuo da gloriam)
Orden del Temple
El día de hoy, 13 de enero, del año 1129, en Troyes, Francia, se llevó a cabo el concilio en donde la Iglesia Católica reconoció oficialmente a la Orden del Temple, también llamada como La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, por eso los miembros de la Orden eran conocidos como caballeros templarios o caballeros del templo.
Antes, en el año de 1118, nueve caballeros, con Hugo de Payns a la cabeza, y a similitud de los ya existentes "Caballeros del Santo Sepulcro", fundan una nueva orden de caballería. Es importante señalar la donación por parte del Rey Balduino II de Jerusalén como sede para la nueva orden, y de ahí su denominación, de la mezquita blanca de al-Aqsa, del Monte del Templo y se identificaba dicha mezquita como el emplazamiento exacto del Templo de Salomón.
Un hecho anecdótico es que esos primeros nueve caballeros no admitieron a nadie más en la recién creada orden, durante los nueve primeros años de existencia. Algunas especulaciones relacionan esta decisión con una excavación secreta que llevaban a cabo en los sótanos del Templo, donde pudieron haber buscado el Arca de la Alianza, tarea de la cual solo unos pocos elegidos habrían tenido conocimiento.
Habían nacido los Templarios con la siguiente consigna: "Un Caballero de Cristo es un cruzado en todo momento, al hallarse entregado a una doble pelea: frente a las tentaciones de la carne y la sangre, a la vez que frente a las fuerzas espirituales del cielo. Avanza sin temor, no descuidando lo que pueda suceder a su derecha o a su izquierda, con el pecho cubierto por la cota de malla y el alma bien equipada con la fe. Al contar con estas dos protecciones, no teme a hombres ni a demonio alguno."
La Orden del Temple fue una de las más poderosas órdenes militares cristianas de la Edad Media y se mantuvo activa durante casi dos siglos. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista. La orden fue reconocida por el patriarca latino de Jerusalén Garmond de Picquigny, que le impuso como regla la de los canónigos agustinos del Santo Sepulcro.
El historiador Jacques de Vitry, describe de esta extraordinaria manera lo que fue el origen del Temple: "Ciertos caballeros, amados por Dios y consagrados a su servicio, renunciaron al mundo y se consagraron a Cristo. Mediante votos solemnes pronunciados ante el Patriarca de Jerusalén, se comprometieron a defender a los peregrinos contra los grupos de bandoleros, a proteger los caminos y servir como caballería al soberano rey. Observaron la pobreza, la castidad y la obediencia según la regla de los canónigos regulares. Sus jefes eran dos hombres venerables, Hugo de Payns y Godofredo de Saint-Omer. Al principio no había más que nueve que tomasen tan santa decisión, y durante nueve años sirvieron en hábitos seculares y se vistieron con las limosnas que les daban los fieles."
Los caballeros templarios tenían como distintivo un manto blanco con una cruz paté roja dibujada en él. El 24 de abril de 1147, el papa Eugenio III les concedió el derecho a llevar permanentemente la cruz; cruz sencilla que simbolizaba el martirio de Cristo; de color rojo, porque el rojo era el símbolo de la sangre vertida por Cristo, pero también de la vida. La cruz estaba colocada en su manto sobre el hombro izquierdo, encima del corazón. Militarmente, sus miembros se encontraban entre las unidades mejor entrenadas que participaron en las cruzadas.
El éxito de los templarios se vincula estrechamente a las cruzadas. La pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los apoyos a la orden. Además, los rumores generados en torno a la secreta ceremonia de iniciación de los templarios crearon una gran desconfianza. Felipe IV de Francia, fuertemente endeudado con la orden y atemorizado por su creciente poder, comenzó a presionar al papa Clemente V con el objeto de que tomara medidas contra sus integrantes. En 1307, un gran número de templarios fueron apresados, inducidos a confesar bajo tortura y quemados en la hoguera. En 1312, Clemente V cedió a las presiones de Felipe IV y disolvió la orden.
El 18 de marzo de 1314, el ultimo maestre del Temple: Jacques de Molay, quien momentos antes de ser quemado, pudo proclamar: “Pero la orden vivirá para siempre”.
En este año, amable lector, se cumplen 901 años de la fundación de la Orden del Temple y su actuar sigue presente en la memoria de la humanidad.
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