29 de diciembre de 2018
No hay oídos que resistan los gritos del corazón,
éstos taladran, remueven, inquietan
y despiertan del sueño más profundo;
son una especie de saetas púrpuras
que todo penetran,
remueven hasta el más íntimo recoveco.
Los bramidos de las entrañas
son peculiares:
unos son prístinos como la luz de la mañana,
otros tan oscuros que no se distinguen en la noche.
A veces son de ayuno sexual,
de hartazgo de lo común,
de buscar y no hallar
o de amor que busca su cauce.
Evita desatender el llamado nuclear,
porque no se perdona el descuido,
tarde o temprano cobra la factura
y si el recaudador toca a tu puerta
no habrá pretexto ni excusa que valga,
cobrará hasta el último céntimo
sin dar cambio alguno.
Por ello, permanece siempre atento,
siempre listo,
con ojos vigilantes y pulso en paz.
Escucha tu corazón,
no lo confrontes ni lo taches de chiflado,
tiene mucho que decirte,
tienes tanto que aprender de él
que mil vidas no serían suficientes.
Escucha tu corazón,
por favor... escúchale.
