18 de Agosto de 2018
Los linderos del cuerpo, señalados y dictados por su propia mortalidad, terminaron para Caridad Jacinto Hernández Hernández.
Cada época histórica construye sus narrativas del cuerpo, lo entiende, lo dibuja, lo narra, le impone una física de fluidos particular, lo sataniza o peor, lo venera ciegamente como reliquia que es, simplemente materia sin vida y ya sin cauce.
Pocos son aquellos que así, en el silencio, son capaces de escuchar en la lejanía del tiempo y del espacio la voz que pretende convocar aún sin cuerdas vocales, salvo quienes han sido elegidos para escuchar y mecer la cuna moviendo sus finos hilos.
Y esto es lo ocurrido en la tarde aquella en que escritores, poetas, investigadores, hombres de ciencia y de razón se convocaron al llamado de un verdadero homenaje post mortem, uno que desde su planeación no fue pensado para dar lamentos y soltar ríos de lágrimas lanzando al viento palabrerías y densas letanías del tipo ora pro nubis. El recinto seleccionado abrió sus puertas, la caverna de rituales se apersonó en el ambiente y dio paso al conjunto de discípulos avanzados que poco a poco, en procesión callada fueron llenando el lugar a diferentes ritmos, que aunque menguados por una persistente lluvia, no concedió pausa.
Una vez el quórum estuvo listo, la ceremonia principió con las palabras del anfitrión, el Mtro. Héctor Martín Román Salgado, quien recordando al poeta y dramaturgo alemán, Bertolt Brecht, citó:
Hay hombres que luchan un día y son buenos. Otros luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan, como nuestro amigo Jacinto, toda la vida: esos son los imprescindibles.
Tales palabras, sólo tienen pleno significante, cuando nos damos cuenta que aquél que ha luchado toda la vida, que ha sido fiel hasta la muerte con sus pensamientos, hechos e ideales, ha partido, cuando vemos lo imprescindible que en vida fue.
Parafraseando al Mto. Román Salgado diré adicionalmente que, en efecto, Caridad Jacinto fue un hombre de lucha, fiel a sus más íntimas convicciones finales y a su pensamiento y obra; basta medianamente observar su hoja de vida, ya mencionada en repetidas ocasiones en los espacios de Sabersinfin.com, para entender que en cualquier lugar en que estuviera, el hombre va marcando huella con sus convicciones y el impacto profundo que tuvo entre quienes lo rodeaban. Su quehacer se interrumpió en esta vida que todos conocemos, pero en la otra, Hernández Hernández vive y persiste en su reflexión.
Estas fueron sus palabras grosso modo, ¿el hecho propicio en el ritual de la ceremonia? Antes de comenzar su bienvenida, un relámpago poderoso iluminó el lugar estremeciendo algunos corazones con su bramido.
Posterior a ello, música también propicia inundó la caverna de platón, la folia tardía, música renacentista y barroca comúnmente tocada en España, que en manos de su compositor atribuído, Jean-Baptiste Lully, redujo el frenético ritmo de la danza para adecuarlo al gusto cortesano de Versalles, componiendo una pieza sosegada, perfectamente simétrica, en la que el tema principal era sometido a variación, fue especialmente popular durante el barroco y el clasicismo.
A partir de esta única intervención musical, el conjunto de discípulos avanzados en el arte, la ciencia y la escritura se apoderó presto del escenario. En completo orden y concierto los autores de mil plumas dieron lugar a su ceremonia mística, basada en la resurrección textual de Caridad Jacinto, mago potente que en la misma muerte invocó a los elegidos. Todos los reunidos escucharon primero las sabias palabras de quien, en esta vida, los dirige, su héroe victorioso en mil batallas y ahora, aprendiz de mago y de profeta, el Dr. Abel Pérez Rojas quien ya comienza a edificar una soberanía palpable. El doctor dijo que quizá, con Caridad Jacinto las diferencias en un tiempo fueron palpables, pero que los encuentros al ser mejores y mayores le habían permitido construir un puente entre ambos pensamientos que en aquel día, aperturaba glorioso un nuevo camino.
De esta forma, el desfile de mentes convocadas para la recitación se preparaba, primero, para escuchar a la primogénita del mago, Adriana Hernández Navarro con el poema Tragedia y Encuentro.
Después el orden prosiguió así:
Nicolás Gitiérrez Pulido: Anhelo natural
Guillermo Ortega: Alborada
Moisés Gómez Maldonado: Almuerzo tardío
Joel Samperio Tepale: Remembranza Jalicience
Sarahí Jarquín Ortega: Chas, chas, chas
Leticia Diaz Gama: Cenzontli
Moisés Hernández Navarro: El Globo más lindo
Hasta aquí el primer acto de la tarde noche que concluyó para pasar después a otro recinto más íntimo, fuera del ojo curioso. Adentro, mucho más adentro de la caverna de Platón se encontraba ya dispuesto un salón de mesa rectangular, donde la verdadera magia comenzaría a fluir armoniosa. Después de la Resurrección textual vendría ahora el encuentro con el conjuro más potente, la valoración de una obra no concluida por Caridad jacinto viendo de frente la magnitud de sus palabras poéticas en vida.
Para esta parte mostraré el siguiente listado...
Adriana Hernández Navarro, quien se llevó la noche con su elocuencia y su arte en la declamación y la oratoria: Una nave
Kostas Kamaki: El insecto
Macedonio Vidal, quien levantó los pelillos de la piel con su magistral alarido de un lobo: Auuuuu Auuuuu
Christian Escamilla Carrasco: Reflexión Tardía
Mino D'Blanc: Herencia
Anta Mendoza: Un sonido nuevo
Miguel Ángel Pérez Arriaga: El ideal no cobra
Tercera parte de esta, ahora velada, que tuvo lugar después de comida y bebida que animaron y fortalecieron el encuentro que corrió a cargo de miembros del Círculo de Escritores de Saberisinfin, bien coordinado por la escritora Leticia Diaz Gama, quienes dieron lectura a poemas de su propia autoría. Después de ello, el cierre que conmovió con las palabras dulces propias de una hija que extraña a su padre, pero que es capaz de hacerle un homenaje, Adriana Hernández Navarro y el doctor Abel Pérez Rojas dieron los agradecimientos y abrieron un periodo de contemplación y espera para dar a conocer más adelante, gracias al esfuerzo de la familia del desaparecido, la obra más robusta y efectiva del mago: sus escritos que en el terreno del análisis filosófico quedó velado a raíz de la muerte que sorprendió a Caridad Jacinto, pero que esperan ver la luz muy pronto.
Hemos hablado hasta aquí en diferentes símiles porque el maestro Hernández Henández, ya lo adelantaba el propio doctor Pérez Rojas, fue un participante asiduo a sesiones de estudios esotéricos. Nos disculpamos si las figuras empleadas en el relato de lo que acontecido, sorprendió o hirió susceptibilidades de algún lector.
Christian Escamilla Carrasco es conductor y comunicador del programa: Epílogo y Praxis, que se transmite por la señal y las redes sociales de Sabersinfin.com, sus aportes se extienden a la escritura de diversos contenidos del saber como Articulista, y a la realización de transmisiones en vivo, entrevistas y cápsulas en campo en su labor como Periodista.