sábado, 6 de enero de 2018

Una democracia ilusoria


- La Historia Jamás Contada -

¿Sólo por tener continuamente elecciones ya somos un país democrático? Porque a eso han reducido la democracia los políticos profesionales, que viven en y del Sistema, cuando el concepto que subyace a la palabra es mucho más amplio y reclama ser instrumentado de otro modo, ya que en un régimen así, el Pueblo decide el rumbo que tomará el Gobierno, hacia dónde enfilará éste la nave y hasta por qué tipo de ruta navegará para que todos lleguen a puerto con el menor riesgo y la mayor comodidad posibles.


La metáfora marinera no es gratuita: era lo que tenían en mente los griegos cuando concibieron la democracia, hace ya muchos siglos; aunque ahora tal vez sería mejor compararla con un viaje en taxi donde el Gobierno es el chofer y el Pueblo el pasajero, que le indica claramente a aquél a dónde quiere ir y hasta le sugiere un camino, pues no tendría sentido que dejara llevarlo por y a dónde se le ocurriera. Es lo que sucede, pero a escala social, cuando se reduce la democracia a sólo las elecciones.

Para disimular –más que corregir- este absurdo, se ha erigido un gigantesco y costosísimo aparato burocrático y publicitario que, con la finalidad declarada de dar “legalidad y certeza” a las elecciones, en la práctica sólo sirve para dar apariencia de legitimidad a las decisiones que ya como gobernantes y representantes tomen los –en el mejor de los casos- designados por este método, bajo el sofisma de que si fueron legítimamente electos, también lo serán sus actos ya en el Poder. (Más de un “representante popular” (¿?) ha respondido esto al cuestionársele su proceder contrario al interés de sus electores.)

Si con las elecciones, tal como se manejan desde su organización hasta su calificación, no se pretende instaurar y mantener en marcha una auténtica democracia, sino tan sólo la ilusión de ella, ¿en qué tipo de régimen vivimos entonces? La respuesta no puede ser más sencilla si nos atenemos a lo que ha sido la Historia hasta llegar al presente: el régimen político de México está pasando actualmente de ser una oligarquía –literalmente el “gobierno de pocos”- tradicional a una corporativa, en la que esos pocos son ya directamente empleados de las grandes corporaciones (ahora llamadas “poderes fácticos”). Con el agravante de que éstas pueden tener cualquier origen, no sólo empresarial, pues las hay clericales, militares… Bueno, ¡hasta criminales!, como la que estaba detrás de Ricardo Miguel Cavallo, el esbirro de la dictadura militar argentina a quien el entonces Presidente Zedillo le entregó la dirección del fallido RENAVE (Registro Nacional de Vehículos). Como se ve, tampoco tienen que ser mexicanas.

Estas y otras características de nuestro sistema político nos remiten a un clásico de la sociología crítica norteamericana: WHO RULES AMERICA? de G. William Domhoff, pues todavía tenemos mucho que aprender (de la Historia) del Primer Mundo, sobre todo para que  no continúen viéndonos la cara de… TERCERMUNDISTAS.

(Publicado originalmente en Sabersinfin el 2 de mayo de 2014)

Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: mateturismo.files.wordpress.com