- La Historia Jamás Contada -
A poco menos de un año de cumplirse medio siglo del Movimiento social que transformó la vida en México, no sólo la política sino, más importante aún, la COTIDIANA y más allá de conmemoraciones y homenajes, cada vez más abstractos y asimilados dentro del marco oficial, poco se ha hecho en realidad para entender lo que pasó y por qué de esa manera.
Recuerdo muy bien el trauma que fue para nosotros, niños púberes aún, enterarnos –informalmente, desde luego, pues la “Prensa vendida” estaba para ocultar y distorsionar lo hechos a favor del Gobierno- del asesinato en masa, a manos de la soldadesca, de civiles una tarde como cualquiera de esa época en la Ciudad de México, que disparó sobre todo ser vivo en la Plaza de las Tres Culturas, no sólo “malvados” estudiantes, sino empleados que venían del trabajo, amas de casa, paseantes, simples curiosos, transeúntes y turistas que venían a la Olimpiada, por inaugurarse una semana y tres días después, el sábado 12 de octubre –nótese la fecha-.
La impresión, que a muchos nos llevó a tomar la decisión, aún antes de concluir la adolescencia – que he llamado la etapa de la “lucha por la Independencia ideológica de los mayores”-, de romper definitivamente con el Régimen, como ya venían haciéndolo jóvenes más crecidos, impulsados por su propio desarrollo intelectual, sexual y cultural, como correspondía a una generación de recambio.
Aunque no cabe duda de quiénes fueron los victimarios y de dónde salió la orden –por cierto, “soldado” significa tan sólo “a sueldo”, sin ninguna connotación heroica-, no se ha esclarecido aún el motivo del crimen, pues no se estaba frente a una situación de clear and present danger para “las Instituciones de la República”, como se empeñaban en repetir los leguleyos oficialistas tratando de justificar lo injustificable, sino que las circunstancias apuntan a un origen más sórdido, rayano en el delirio, del tipo LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SIÓN, EL MÓNDRIGO y subliteratura semejante, junto a las aficiones ocultistas del propio Gustavo Díaz Ordaz -y seguramente también de sus colaboradores y consejeros más cercanos-, combinación suficiente para desencadenar una PARANOIA. De aquí la posibilidad de que “siguiendo el camino mafufo –más que amarillo-“, se dé con el verdadero motivo de la solución final que el Gobierno implementó ese 2 de octubre y días subsecuentes.
Con todo, hay un aspecto al que no se ha prestado la debida atención, aun siendo fundamental para entender las condiciones psicosociales que hicieron posibles no sólo los trágicos acontecimientos, sino la secuela de culpa colectiva que dejaron entre la población victimizada, incapaz de procesarlos racionalmente y extraer sus consecuencias prácticas.
Me refiero a la extrema –incluso diría antinatural- ALIENACIÓN de la gran mayoría de los padres y madres respecto de sus hijos, fueran éstos activistas políticos, hippies o simplemente JÓVENES que intentaban vivir de una manera más libre de la que nunca fueron capaces ellos, una GENERACIÓN DOMADA, la primera –y única- moldeada totalmente por el Partido Oficial en sus ideas y afectos, a través de su aparato ideológico, del Magisterio escolar a los medios y la cultura de masas, en su intento de eternizarse en la mente y el corazón de todos y cada uno de los mexicanos. (Una rara película que aborda el tema es EN EL AIRE (1995), de Juan Carlos de Llaca.)
Por eso su actitud fatalista tras el artero ataque, que en el fondo sentían merecido por haberse atrevido a desafiar a los que ellos consideraban poco menos que dioses –como enseñaba el “Civismo” (¿?) de aquella época, que endiosaba a toda la ralea de funcionarios, del Presidente para abajo-, no siendo otra cosa que un puñado de burócratas bribones, crédulos y supersticiosos actuando con la impunidad que garantizaba una población adulta tan a modo.
Algo para reflexionar, por doloroso que resulte a algunos, pues precisamente de esto depende la VIABILIDAD de cualquier proyecto que concibamos ahora o en el futuro para mejorar nuestra CALIDAD DE VIDA en todas sus manifestaciones.