lunes, 16 de octubre de 2017

Vida Privada. Prostitución, La Zona De Tolerancia


En los artículos anteriores abordamos el tema de la necesidad de traje para conocer mujeres, las primeras aproximaciones de Don Julián a las mujeres y sus primeras contactos sexuales, en este artículo se hará un acercamiento a un tema que siempre resulta controversial: la prostitución.


Uno de los temas que se evitan en las conversaciones normales y que se acepta como algo natural es la existencia de la prostitución femenil, los lugares en donde ésta actividad se desarrolla son mirados con desconfianza y hasta se evita pasar por ellos. En el caso de Don Julián esto fue algo natural, así como para los hombres de su época. Según Monsiváis “originalmente el burdel fue casa donde vivía un número más o menos grande de prostitutas, en las casas de asignación no se vivía pero sí se ejercía y -de acuerdo al reglamento- las casas de cita fueron el equivalente de los actuales moteles y quedaron, en 1905, oficialmente suprimidos”. El burdel(1)  es un escaparate donde se “manifiestan, entre gritos desinhibidos, la premura sexual y la incontinencia sexual”.

Siguiendo a Monsiváis, para la sociedad porfiriana las putas son un gran elemento estabilizador: hay desahogo físico y sexual; y atendiendo a esa demanda se toman dos medidas: la primera es el registro, control mínimo de epidemias venéreas y extracción máxima de rendimientos fiscales (licencias, inspección, impuestos); la segunda consiste en “alejar del centro de las ciudades a los grandes núcleos de vida fácil”.

En esta ciudad la zona de tolerancia estaba ubicada por San Antonio(2) , y La Barranca; las casas de "Lola, Esperanza López y la de la Gachupina"(3)  eran las más frecuentadas, ahí, con cincuenta centavos o un peso, se podía disfrutar de sus favores encargándose de atender los “calosfríos eróticos y convirtiéndolos en enfermedades venéreas”(4) , o si se disponía de más dinero se podría comprar a una muchachita, por ejemplo el 18 de marzo de 1933 detuvieron a "La Merenciana" porque quería vender a una jovencita de 14 años en $ 100.00(5) . En 1937 se piensa cambiar la zona de tolerancia para Aviación.(6)

Para Don Julián, una de las épocas más bonitas que vivió fue cuando la zona de tolerancia estaba en San Antonio. Esta zona estuvo formada por las calles 5 de mayo y la 2 norte desde la 20 hasta la 28 ote., había accesorias con prostitutas, varios cabarets y cantinas; a partir de las 10 de la noche y hasta el amanecer ahí todo era fiesta, se podía recorrer sin peligro, 
“como en su casa... no era peligroso, nada peligroso, pleitos como todas las cosas, pero hasta ahí nomás, pero así que usté fuera borracho y que lo asaltaran, no..”, existían lugares para todos los niveles desde prostitutas baratas que atendían en un cuartito hasta prostitutas caras que pocos podían pagar, cabarets desde 5ª categoría.”
“había cabarets baratos, cabaret a onde pagaba usté cierta cantidad sin que a la señora le disparara usté una copa, pagaba usté la pieza y bailaba usté”.
“La gente que entraba a un cabaret hacia el gasto de tomar, si querían escogían una mujer, sino, las mujeres se quedaban haciendo sala, platicando pero siempre había gente para todo.”

La pieza de baile costaba desde 20 centavos; el precio de la copa variaba de lugar a lugar, se podía beber Cinzano con agua que costaba de 1.50 a 2.00 pesos la copa, o coñac que costaba de 5 a 10 pesos por copa. En los cabarets caros el pago por los servicios de una mujer se elevaba por lo menos a cien pesos, pero por lo regular eran muchachas guapísimas.
“era un dineral, hay gente que ni se lo ganaba a la semana, imagínese... ya usté se la llevaba a la una, dos de la mañana ¿no?, (pero) esa señora de los 100 pesos tenía que pagar la sala por salir; o se encontraba usté en accesorias, mujeres de 1.50, de 2.00 pesos, pus todo era relativo, dependía, ya le digo a usté...
“ Después, ahí en la 22, en la 5 de mayo como quien se viene para la 3 norte, ahí se pusieron una señoras, que según la palabra, las mejores, ¿no?, ya en esos tiempos le cobraban a usté 10, 20 pesos porque se acostara un rato con ellas, a la que pagaba usté 1.50, 3.00, 4.00 pesos, ya era la diferencia muy grande, ¿no?, pero pus todo era lo mismo, hubo cantinas como el Borla, una cantina muy vieja, El Apagón, Chilillo, Follies, Talismán, Gallo de Oro...”

Presionado o no por los amigos, pero llevado por ellos, la primera experiencia con una prostituta la tuvo a los 14 años, le costó un peso y además se volvió conocedor de la zona y sus habitantes, de hecho los jóvenes asistían con regularidad y daban vueltas hasta que se decidían a hacer uso de tal servicio.
“...después llegó en la 22 pte.... una señora joven, una güerita ella y puso ahí su casita y se alquilaba, entonces toda la muchachada de ese tiempo se iba a meter con ella, con esa señora, pero viera usté que la gente de la Unión nunca repeló... no la tomó en cuenta, todos los chamacos, jóvenes de 15, 16, 14, se iban a meter con ella...(cobraba) p’s un peso, 75 centavos...tenía su casita, una accesoria y ahí iba uno, iba gente grande, viejos y jóvenes, de todo iba ¿no?, ya le digo a usté, por cierto que su apodo fue “Cabecita de Hombre” porque se pelaba como hombre: cortito, cortito...”

La experiencia era, por lo regular, poco satisfactoria pues la prostituta no hacía otra cosa que levantarse el vestido.
“...por eso en la zona de tolerancia p’s no era agradable meterse con una señora de esa zona, usté llegaba:
-¿Cuánto?... no, te doy tanto
-Pus ora, éntrale-
nomás la señora se acostaba, ¿no? se subía el vestido y ai usté tenía que hacer lo demás ¿no?, la señora ni una caricia, nada, ahí se quedaba  como tabla, y ya, eso era todo,... por eso a mí ya realmente no me gustó la mujer, no sentía usté nada, luego de una señora que le decían La Francesa, le decían los muchachos de esa época..
-¡Ya!, ni me gusta ir con la Francesa
-¿Porque?
-Se acuesta y está leyendo el Pepín...
Ahí cuando sacaba una persona de un cabaret era muy distinto y ya llegaba usté al hotel ¿no?, enton’s si la señora tenía que desvestirse ¿no?, ya era muy distinto, ya no le decía a usté la prostituta o ramera.
-Apúrate, ¿ya acabaste?, apúrate ¿no?- eso era lo típico de ahí”

A pesar de no ser peligroso el lugar, sí había que andarse con cuidado, pues el hombre que pasara por ahí podía verse sorprendido al serle arrebatado su sombrero y aventado a la cama de las prostitutas viejas y “cacheteadas”
“llegaba a pasar una persona con su sombrero, se lo quitaba y lo echaba pa’ la cama
-¡Éntrale! ¿si?-
si no quería usté hacer uso de ella p’s llamaba al policía
-¡Ya me usaron, no me quieren pagar!... o llamaba a las demás de ahí, ya se amontonaban unas señoras...y ya sabe como hablan
-Ora hijo de quién sabe cuál, pagas o te damos en la madre ¿ya?.. a pagar”

También había que cuidarse al pasar, pues las mujeres acostumbraban lavar el miembro del hombre, se lavaban la vagina ellas, todo en una bandeja con agua caliente y echaban el agua a media calle.

A diferencia del Distrito Federal donde Don Julián conoció, en la calle del Órgano, cómo trabajaban las señoras en una pieza grande, divididas con papel periódico pegado, justo los espacios para la cama, aquí en Puebla cada prostituta tenía su accesoria.

Aunque el peligro de las enfermedades venéreas estaba latente quería conjurarse con dos acciones: una “la purgación” que consistía en un escurrimiento del miembro ejecutado por la propia prostituta y la otra la obligación de tener al corriente el libreto, un cuaderno con el cual acudían, cada ocho días, a Salubridad para que les hicieran un examen vaginal y si no estaban enfermas les ponían la fecha y la leyenda SANA, sin embargo algunas enfermas recurrían a una señora que se llamaba Alondra que las preparaba para que pasaran la revisión
“llegaban los inspectores, (cada) dos (días) o del diario, llegaban a las accesorias o a los cabarets, ya donde había 10 muchachas, como allá Aurelia,
-Aurelia, quiero los libretos de todas tus trabajadoras
-Como no- iba y traía los libretos, las formaba
-Sí, ya está bien.
con las accesorias igualmente, si las señoras no tenían libreto no las dejaban trabajar.”

De los lugares que recuerda están
“Ester Mora con un cabaret que se llamó El Molino Rojo (de 4ª categoría), la Saturno, nunca supe cómo se llamó (ni recuerda el nombre del cabaret) y El Danubio, no recuerdo el nombre de la señora... eran cabarets de lujo ¿no?...después vino Ema, Emita que de apodo le pusieron La Muñeca, una mujer menudita pero muy bonita y puso un cabaret y ahí puso luces de colores y arriba (también), trajo un conjunto de la XEW, orita se me olvido el nombre, pa’ venir a tocar, ¿usté se imagina? en ese tiempo llegaban todos los peloteros cubanos y americanos y todos a La Muñeca ¿eh?, hubo otro cabaret en la esquina de la 22 y la 5 de mayo que se llamó La Gata, era un cabaret que se caracterizaba por su modo antiquísimo, todavía tenía cortinas de terciopelo rojo con unas borlas color oro, con una especie como de cordón colgando, ¡esa fue mi época! Hubo otro cabaret que se llamó Las Mazatlecas porque aseguraba la dueña que todas las muchachas venían de Mazatlán... ahí en la 20, pa’ llegar a la 2 norte hubo otro cabaret, El Jacalito, era un cabaret de postín ¿no?, después vino Manuel, un señor que se dedicó a eso, le puso El XX, era un salón grandísimo y ahí entraba la mayor parte de gente, soldados, de todos entraban; por lo menos, no le miento, pero había 50 mujeres, tenían su comisión en la copa y pa’ bailar, si usté no tenía dinero, llegaba y se paraba usté ahí, a ver cómo estaban bailando, no lo corrían a usté, ai esta usté viendo cómo están bailando, sin poder uno sentar(se). Hubo otra cantina que se llamó Chilillo, daba un alcohol, quien sabe que alcohol sería... se caracterizò porque le pusieron “Las Patrullas” era un vaso jaibolero de piña con piña, tamarindo con tamarindo, naranja con naranja, limón con limón, enton’s estaba de moda el Barrilito (un refresco) y llenaba los vasos, pero dicen que pegaba muy duro, yo nunca tomé.... Los Tres Mosqueteros, ahí el que amenizaba el ambiente era un pianista ...invidente...Ya le digo a usté el nombre de las cantinas mentadas y los veía usté repletos de gente, p’s óigame usté a peso, p’s está bien que la vida era barata pero ahí, ¿no?, a peso, y así encontraba usté muchas cantinas, pero la barata era esa. ¡No! el día viernes, el día sábado ¿no?, eso parecía romería, un gentío, ¡caracho! eso era un gentío...”

Así recuerda a La Capulina, a la Ñora (Josefina) que era una señora introductora de pulque, mujer del millonario Luis Flores, a una tal Ángeles Cuchillo y otros nombres y mujeres que formaron todo un estilo de vida en la zona de tolerancia.

De los años 40 hasta los 60 esta zona funcionó regularmente y fue visitada por Don Julián, quien no solo conoció los lugares y algunas señoras que los regenteaban sino hasta trabajó ahí, de lo que hablaremos en la siguiente entrega.

(1) “Monsivaís, AMOR PERDIDO. Ed. Era. México 1977p.65.
(2) San Antonio, Analco, La Luz son barrios peligrosos por la existencia de asaltantes. la Opinión 13 de octubre de 1929
(3) Viya, Miko. PUEBLA AYER. Edit. Cajica, México, 1989. Mientras este autor la ubica en San Antonio en el diario La Opinión el 9 de enero de 1935 la hacen administradora de una casa en El Carmen. 
(4) Monsiváis; Amor perdido, p. 66.
(5) La Opinión.
(6) 17 de mayo, de acuerdo con el periódico del 10 de enero de 1938 “la zona estaba antes en Analco, ahora en San Antonio pero además hay casas en 15 poniente regenteada por una extranjera, en la 20 poniente, 24 poniente, 2 en la 26 poniente, por los Remedios y en la avenida La Paz.


Jorge_Alberto_Duran_RamirezJorge Alberto Durán Ramírez es profesor de Educación Física, licenciado en Historia, aprendiz de artista. Le gusta la música folklórica latinoamericana, que interpretó hasta antes de casarse; gusta de escribir cuento y teatro, actividad que inició después de casarse. Creyente fervoroso de que el amor es el motor del mundo, lo practica antes y después de casarse, la mayoría de sus escritos versan sobre el mismo tema: El amor

Publicado originalmente en Saber Sin Fin el 26 de agosto de 2012