lunes, 9 de octubre de 2017

Mochuelo de atenea


Novus Ordo Seclorum -Nuevo orden de los siglos.
Charles Thomson

El mochuelo de Atenea, según la mitología griega, es el ave (especie cuyo nombre científico es Athene noctua) que acompaña a la diosa de la sabiduría, las artes, las técnicas de la guerra, además de ser la protectora de la ciudad de Atenas y la patrona de los artesanos. El concepto analógico con la sabiduría proviene de la idea del nacimiento de la diosa Atenea de la cabeza de Zeus, dios principal del Olimpo. El mochuelo de Atenea ha sido utilizado en la cultura occidental como símbolo de la Filosofía y fue adoptado también como símbolo para la Orden de los Iluminados o los Illuminati de Baviera.


Lo anterior viene al caso, porque el 1 de mayo de 1776, Adam Weishaupt, profesor de derecho eclesiástico y filosofía práctica, funda con dos alumnos suyos, en Ingolstadt (Alemania), la “Asociación de los perfectibilistas” en cuyos comienzos no era más que un círculo de lectores con un máximo de veinte miembros. En 1778 Weishaupt propuso como nuevo nombre la “Orden de las abejas”, porque se imaginaba que los afiliados deberían recopilar el néctar de la sabiduría dirigida por una abeja reina, pero al final se prefirió “Unión de los Iluminados” y después, “Orden de los Iluminados” o “Sociedad de los Illuminati” de Baviera. Sociedad secreta la cual manifestaba “oponerse a la superstición, los prejuicios, la influencia religiosa sobre la vida pública, los abusos de poder del Estado y apoyaba la educación de la mujer y la igualdad entre los sexos”.

La orden de los Iluminados estaba comprometida con el modelo ilustrado (movimiento cultural e intelectual europeo cuya finalidad era el disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón). La meta era la mejora y el perfeccionamiento del mundo en el sentido de libertad, igualdad y fraternidad y la mejora y perfeccionamiento de sus miembros (de ahí nombre Perfectibilistas). Según Weishaupt el medio para alcanzar la libertad era la educación, pero no sólo la aportación externa de conocimientos, sino en primera, término la formación del corazón, la moralidad, que debería capacitar a los individuos para autodominarse. Difundir la ilustración y devolver a los hombres a la tierra prometida, debía de ser la tarea de las escuelas ocultas de sabiduría.

Eterno silencio, firme lealtad, fidelidad y obediencia a todos los superiores y estatutos de la orden eran los compromisos de los miembros de la Orden de los Illuminati. A comienzos del año 1780 llegó la Orden, en setenta ciudades del reino, a tener entre mil quinientos y dos mil miembros. Un tercio de sus miembros eran nobles y por lo menos un doce por ciento, clérigos. Casi el setenta por ciento de los iluminados tenían formación académica, el número de trabajadores manuales rondaba un veinticinco por ciento, los comerciantes, estaban representados con un diez por ciento. Las tres cuartas partes, de los miembros eran funcionarios y trabajadores públicos. Los puntos clave eran Baviera y las ciudades de Weimar y Gotha; fuera de Alemania sólo puede demostrarse su presencia en Suiza.

Esta organización se prohibió por el gobierno de Baviera en 1784 ya que todas las “comunidades, sociedades y fraternidades” fundadas sin aprobación señorial no podían operar. A consecuencia de las prohibiciones se produjeron las persecuciones de miembros. Se llegó a registros domiciliarios y confiscaciones, algunos consejeros y oficiales perdieron el trabajo, otros miembros fueron desterrados, pero nadie resultó encarcelado. En abril de 1785 se declaró la Sociedad de los Illuminati oficialmente suspendida tras aboliciones temporales. Los investigadores están de acuerdo, en que la desarticulación de la orden de los Iluminados fue completa. El 16 de agosto de 1787 se promulgó un tercer y más estricto edicto de prohibición, so pena de muerte. En los años siguientes se afirmaba que los miembros de los Illuminati de Baviera se habían reagrupado y eran responsables de la Revolución Francesa.

A los Illuminati se les representa con asiduidad en las novelas populares, por ejemplo en la trilogía “The Illuminatus!” de Robert Shea, “Un grito en las tinieblas” de Daniel González, en “El péndulo de Foucault” de Umberto Eco. Recientemente Dan Brown en sus obras “El Código Da Vinci” y “Ángeles y demonios” rescata mucho de esa orden.

Es así, que a 240 años de su fundación, los Illuminati siguen dando mucho de qué hablar. Juzgue Usted amable lector.

Imagen: lupiscastro.wordpress.com

 Jorge A. Rodríguez y Morgado Mi cuenta de Twitter @jarymorgado jarymorgado@yahoo.com.mx conoSERbien; www.sabersinfin.com

Publicado originalmente en Saber sin Fin el 10 de mayo de 2016