martes, 10 de octubre de 2017

El caudillo del sur


El que quiera ser águila que vuele, el que quiera ser gusano
que se arrastre pero que no grite cuando lo pisen.
Emiliano Zapata.

Hoy, 10 de abril, se conmemoran 97 años del asesinato de Emiliano Zapata Salazar conocido también como “El Caudillo del Sur”, “El Atila del Sur” o “El Tigre del Sur”, el cual fue asesinado en una emboscada ordenada por Venustiano Carranza y ejecutada por el coronel Jesús Guajardo en Chinameca, Morelos. Muchas historias surgieron después de su asesinato, se aseguraba que Zapata no había muerto ya que se dice que debido a los constantes atentados de que era objeto hicieron que Zapata usara a un “doble” para ciertos eventos públicos.


De los llamados líderes agraristas que recogieron las justas aspiraciones de las clases rurales más humildes, Emiliano Zapata sigue siendo el más admirado por ser el más firme defensor de los derechos de los campesinos y por sus ideales de “Tierra y libertad”, él decía: “Mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado”, es por ello que Zapata se enclavó en la mente colectiva de los mexicanos, tan es así que al paso de los años, su imagen sigue fortaleciéndose como un reformador revolucionario. Es uno de los héroes que cuenta con más monumentos en el país, y al que se le rinden más homenajes al año.

Emiliano Zapata nació el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos. Nacido en una humilde familia campesina, era el noveno de diez hijos de la unión de Gabriel Zapata y Cleofas Salazar. Desde joven, Zapata tomó conciencia de los graves problemas que sufría la población rural de México y se interesó por las reivindicaciones agrarias. Zapata trabajó desde niño como peón y labrador, recibiendo una pobre instrucción escolar. Quedó huérfano hacia los trece años heredando un poco de tierra y unas cuantas cabezas de ganado. Cuando el trabajo en el campo disminuía, se dedicaba a conducir recuas de mulas y comerciaba con caballos. A los diecisiete años de edad tuvo su primer enfrentamiento con las autoridades, lo que le obligó a abandonar el estado de Morelos y a vivir durante algunos meses escondido en el rancho de unos amigos de su familia.

Zapata reclutó un ejército de peones de los pueblos y las haciendas de Morelos y se unió en 1910 a la Revolución Mexicana de Francisco Ignacio Madero, cuyo objetivo era derrocar al régimen de Porfirio Díaz. Zapata perdió la confianza en Madero, quien asumió la presidencia en 1911, y se declaró en su contra, formulando su propio programa de reforma agraria, conocido con el nombre de Plan de Ayala, “la tierra es de quien la trabaja”, mediante el que pretendía redistribuir la tierra entre los campesinos.

Zapata realizó el primer reparto de tierras el 30 de abril de 1912 en Ixmiquilpan, Puebla. En México había cerca de 800 latifundistas, la mayoría de ellos extranjeros, quienes eran dueños de gran parte de las tierras cultivables del país, el campesino era dueño de nada y esclavo de un sistema que lo sometía a una gran cantidad de deudas.

Durante las presidencias de Victoriano Huerta y Venustiano Carranza, Zapata siguió manteniendo sus actividades guerrilleras en contra del gobierno, extendiendo su poder por todo el sur de México. Junto con Francisco Villa, que había aceptado el Plan de Ayala, entró en la ciudad de México en 1914, pero cuando éste rompió relaciones con Venustiano Carranza, su alianza se acabó. Al año siguiente, Zapata se retiró a Morelos, donde continuó defendiendo sus posiciones, frente a las tropas constitucionalistas.

Emiliano Zapata murió asesinado, a los 40 años, el 10 de abril de 1919 en una emboscada, a donde había sido invitado a comer, organizada por un agente de Carranza, lo que causó una enérgica condena de la opinión pública y de gran parte de los propios sectores constitucionalistas. El cuerpo del Libertador del Sur fue llevado a su pueblo natal, Anenecuilco, y sus restos reposan actualmente en Cuautla, al pie de la estatua que le fue erigida.

Considerado por sus enemigos un simple saqueador, Zapata ha sido idolatrado por los campesinos y por la gente del pueblo como reformador revolucionario y héroe. Debido a su lema “Quiero morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres”. Zapata ha sido reconocido como el más leal con la causa de los pobres y el más dedicado a la igualdad social.

Es por ello amable lector que el nombre de Emiliano Zapata se encuentra con letras de oro en el Muro de Honor del Congreso de la Unión.

Imagen: madaboutthemural.wordpress.com

 Jorge A. Rodríguez y Morgado
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