BOGOTÁ D. C., 09 de marzo de 2020 — Agencia de Noticias UN-
Así lo destaca el investigador Juan Diego Bogotá, magíster en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien exploró la importancia cognitiva de la afección o las emociones.
En su estudio, él considera que “gracias a las emociones y sentimientos generados logramos conectarnos con la forma cómo vemos, percibimos y entendemos el mundo. En ese sentido, no es lo mismo despertarse feliz que despertarse triste”.
Para el magíster fue motivador entender que “esos procesos mentales se deben aterrizar para entender que algo está pasando en nuestro cuerpo, ser conscientes de que las emociones son particularmente procesos fisiológicos que al final son los que nos mueven a hacer cosas, a actuar de determinada manera”.
En su estudio hace énfasis en que en la vida cotidiana de un ser humano es muy común que los procesos cognitivos del cerebro pasen desapercibidos. Sin embargo, en cada uno de los movimientos y reacciones las emociones tienen un papel protagónico que los impulsa.
“Generalmente se cree que la inteligencia y el sentir emocional están separadas, que pasamos por procesos abstractos parecidos a las de una computadora, en la que el sistema sensorial, la cognición (procesamiento de información) y el sistema motor (posibilidades motrices) funcionan de forma independiente, pero lo que ocurre es todo lo contrario: cuando algo llega a nuestros sentidos lo emocional se ve reflejado en nuestras reacciones”, argumenta el investigador.
La investigación fue una exploración de la tendencia contemporánea filosófica, apoyada en que la actividad cognitiva no solo está ligada al conocimiento, sino también al entorno natural de los seres humanos, explica el profesor Juan José Botero, profesor asociado en el Departamento de Filosofía de la UNAL, y asesor del trabajo de investigación.
El estudio se basa en la fenomenología y en el enactivismo, la primera referida a la escuela filosófica que por el análisis de los fenómenos observables da una explicación del ser y de la consciencia, y el segundo como una rama de las ciencias cognitivas corporizadas que estudia la brecha entre naturaleza y experiencia humana.
“La investigación partió del desarrollo de una fenomenología de la afección en la que se identificaron rasgos de este fenómeno unitario: la fuerza afectiva, el movimiento afectivo y la valencia afectiva. Estos corresponden a una manera primordial en que la consciencia constituye sentido”, señala el filósofo.
Este trabajo también compara la visión de la filosofía con otras investigaciones contemporáneas desarrolladas desde ciencias cognitivas como la neurofisiología, la biología y la psicología, entre otras, sobre cómo estas entienden la mente de manera empírica.
El investigador afirma que mientras las ciencias adelantan estudios empíricos, la filosofía puede entrar en la discusión enfocándose en puntos de vista más concretos, con su capacidad de análisis conceptual y su argumentación.
“La separación entre cognición y afección descansa en un dualismo que puede ser visto como el cartesianismo clásico o como una versión mecanicista de esta tendencia, es decir: como trasfondo de la distinción cognición-afección hay un dualismo mente-cuerpo o un dualismo cerebro-cuerpo”, indicó.
La investigación, que se desarrolló en cerca de dos años, también deja una pregunta abierta respecto al campo de la inteligencia artificial, que indica que las ciencias cognitivas tienen mucha relación con esa línea de investigación y que a su vez nos lleva a preguntarnos ¿hasta qué punto la inteligencia artificial se puede considerar como real?
“Aunque en ocasiones pensamos que una máquina es inteligente porque puede jugar ajedrez o hacer ciertas tareas que nosotros le programemos, siempre le estaría faltando el lado emocional”, apunta el investigador.
Fuente: agenciadenoticias.unal.edu.co