09 de febrero de 2020
Es el alma de mi abuela acariciando mi mano,
es el abrazo de mamá ahuyentando fantasmas de mis sueños,
es ser la hermana mayor y cuidar de los pequeños
y es un relámpago como bala perdida a medio corazón.
La imagen de la abuela se difumina cada vez más.
Los abrazos virtuales de mamá están llenos de kilómetros.
Los pequeños ya son más grandes que yo…
soy una poeta que se alimenta de recuerdos de amor.
Llegué del Oriente buscando “la raíz de todas las cosas”,
cuantas veces entregué el corazón, el alma y el mar…
Un día miré tus ojos y me perdí en tu (son)risa,
escuchaste mi verso triste y dijiste: “ser feliz es gratis”.
Aprendí a vivir con la ternura de tu voz como guitarra alegre,
tu amor fue más fugaz que un eclipse de luna.
Un mal día me dijiste adiós y mi corazón se fulminó en el aire.
Me golpeó la traición, círculos de rapiña esperan mi muerte.
El amor me duele; ya no eres mi sol ni soy tu luna
faltó el beso, la mirada, la caricia, las noches en vela,
las pláticas durante la comida… -te quedo salado el guiso
los abrazos y los “te quiero” que nunca llegaron.
El amor me duele como herida plantada en un páramo funesto.
Ahora eres un volcán sin la incandescente lava,
incierto y sin destino como este arrepentido poema
donde escribo mis sentimientos infieles que arden por ti.
Ahora huyo de todo, quiero hundirte en un pozo y olvidarte,
mientras caigo en el naufragio que dejó tu corazón vibrante.
Te extraño, aún tu nombre arrulla mis sueños ilusos,
mi imagen es una bruja maldita que vive en tu mente.
