- La Historia Jamás Contada -
Aunque sin duda a la gran mayoría nos gustan los temas de
MISTERIO, una cosa es encontrarlos en la Prensa, el cine, la televisión, los
videojuegos e incluso -para los más sofisticados- la literatura, y otra muy
distinta es descubrir un día que nuestro propio entorno cotidiano ha comenzado
a presentar características tales que, con el paso de los días, nos hacen sentirnos
cada vez más inquietos, sobre todo si no acertamos a dar con su origen.
Lo anterior sería un buen inicio para un relato de misterio,
si no fuera porque en este caso ya no se trata de algo en que nos solazamos, así
sea medrosamente, sino de algo indeseado en que estamos inmersos –y sin
proponérnoslo- en la vida real. Y si además no podemos identificar causa humana
o, en general, conocida o identificable, comenzamos entonces a SENTIR el peso
del Misterio, que pasa de simple entretenimiento a convertirse en incertidumbre,
desasosiego… o terror.
Esto llega a suceder no sólo en los terrenos clásicos de fantasmas,
apariciones, monstruos y cosas similares, sino también en uno aparentemente ajeno
a todo ello, los OVNIS, lo que a muchos sonará casi como una blasfemia pero que,
independientemente del origen y naturaleza de estos misteriosos objetos –si lo
son- o sus ocupantes, sus efectos sobre la psique humana o de otros animales a los
que suelen aproximarse, son esencialmente los mismos que provocan los primeros.
Una característica notada desde hace tiempo por algunos
estudiosos que han ido más allá de la teoría “cientificista” de que (sólo) son naves
–y visitantes- espaciales, lo que es comprensible para nosotros, los Terrícolas,
que hacemos lo propio aunque no con ese grado de desarrollo técnico. Pero ésta cuando
mucho explicaría una parte del fenómeno, no ciertamente el extraño comportamiento
merodeador y hasta acechante de las “naves” hacia ciertos testigos, como si hubieran
sido elegidos por razones sólo conocidas por ellos, los “extraterrestres”. (Detalle
que no desperdicia incluso una producción tan mainstream como CLOSE ENCOUNTERS
OF THE THIRD KIND.)
Sin ánimo de entrar en las extensas consideraciones,
comparaciones y especulaciones de las que se ocuparon en su momento investigadores
ahora paradigmáticos como Keel, Vallée, el propio Fort y otros heterodoxos, la
pregunta que me he venido formulando es: ¿qué hacer de verse confrontado con
estas misteriosas presencias, sea en avistamientos “casuales”, masivos, o ya inconfundiblemente
dirigidos como son los contactos (probablemente) telepáticos, en sueños -¡sí!- o
estados alucinogénícos y, más perturbador aún, a corta distancia?
La única analogía que encuentro aplicable en este momento es
irónicamente la del EXPLORADOR –nosotros sí- que, encontrándose en territorio
desconocido, estudia con detenimiento y guardando una prudente distancia, qué
es ESO que está presenciando, antes que darle sin más la bienvenida o, peor
aún, ponerse a su disposición, por extraordinaria, “elevada” o hasta divina –para
algunos- que sea su apariencia pues, en rigor, no sabemos qué sea y, menos aún,
sus intenciones.
La CURIOSIDAD –o la cortesía, si quieren- NUNCA debe prescindir de la más
elemental cautela. SI NO, PREGUNTEN A LOS CONQUISTADOS DE TODOS LOS TIEMPOS.
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey)
es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño, músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.
Imagen: esencia 21.wordpress.com