- La Historia Jamás Contada -
Como ocurre con bastante irregularidad pero inexorablemente,
los sufridos -¡y vaya que lo somos!- usuarios del Transporte público de esta
Ciudad, nos enfrentamos a partir de ayer con un incremento en el PRECIO del
pasaje, de 6 pesos a 8.50 en microbuses y de 5.50 a 8 en combis y urvans, lo
que arroja, aplicando la fórmula de: Incremento = 100 x ((actual / anterior) - 1), un
porcentaje de 41 2/3 % en los primeros y 45 5/11 % en las segundas.
Aunque como siempre desde que tengo memoria, cuando el
Gobierno autoriza un aumento de tarifas, lo “legitima” con la promesa de que servirá para “mejorar
el servicio” (¿?). Lo que NUNCA ha explicado es mediante qué operación -alquímica,
seguramente- sería factible que esto sucediera. Porque en este asunto, como en muchos otros, la actitud
gubernamental es determinante para el curso posterior de los acontecimientos, como
trataré de explicar a continuación:
Una de las funciones obligatorias de todo Gobierno, es
NORMAR las condiciones en que los particulares pueden prestar o recibir servicios
públicos, en este caso de Transporte. Y en este punto, por una afortunada
coincidencia ocurrida hace ya más de 20 años, me enteré de que el procedimiento usual
para autorizar nuevas rutas, es que los aspirantes se “pongan a mano” con la
respectiva Autoridad. Una vez cumplido este requisito -bastante informal y
arbitrario, hay que decirlo-, TODO lo demás resulta irrelevante: condiciones físicas
de las unidades, pericia y experiencia de los conductores, fluidez vial
resultante, etc.
Pero el servicio de Transporte es una actividad técnicamente compleja que
abarca varios aspectos interrelacionados, siendo precisamente el de los
VEHÍCULOS uno que jamás ha sido descifrado por los responsables del área, aunque
nada tiene de misterioso, a condición de que el Gobierno invierta en un LABORATORIO
DE PRUEBAS bien equipado y el personal especializado para operarlo.
El objetivo de semejante dispositivo técnico-científico sería TOMAR
MEDIDAS –físicas, no burocráticas- de los diferentes elementos internos y externos
que componen una unidad de transporte. Internamente: la altura de los estribos para
abordarla o desalojarla, anchura del pasillo y de los asientos, distancia
entre éstos, altura de pasamanos y botones de timbre, volumen del estéreo (¡sí!), temperatura y humedad internas, cantidad y calidad de aire circulando, iluminación… Lo mismo en el exterior,
comenzando por una indicación inconfundible de ruta aún en condiciones
personales o climáticas adversas, y así con toda la serie de detalles que hacen
la diferencia entre un viaje razonablemente cómodo y seguro y la miseria que hemos
tenido hasta el día de hoy. Nada más que introducir la ANTROPOMETRÍA y la ERGONOMÍA en esta función socialmente necesaria.
Una vez optimizadas estas medidas –físicas, insisto-, el
Gobierno estaría en condiciones de normar oficialmente la parte de la prestación del
servicio en cuanto a vehículos se refiere, exigiéndola a quienes pretendieran
contar con la autorización.
Otra función gubernamental en este aspecto sería la de
establecer los convenios apropiados con las armadoras para que suministraran de
fábrica la infraestructura necesaria para implementar las características
exigidas.
Es de esta clase de aumentos que nos gustaría saber que también se
ocupa el Gobierno, aunque sólo fuera para propiciar un poco de más EQUIDAD entre
Concesionarios y USUARIOS del Transporte Público de Pasajeros, algo sin duda en línea con una TRANSFORMACIÓN radical de la Administración Pública. ¿No les parece?
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey)
es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño, músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.
Imagen: ciudadvisible.blog