9 de octubre de 2019
Hace un segundo
que estoy muerto
sobre mi cama vieja
de latón
y de spring oxidado.
Los ojos de mi esposa llueven,
mi hija está deshecha
y yo no puedo consolarla.
Estoy rígido
como los cueros viejos
de res o cabrito
del abuelo Pepe
que tenía colgados
en el corral de su casa .
Pero veo a mi amada
y a mí pupila
queriendo revivir mi cuerpo
innerte y frío,
como el raspado de limón
que vendía doña Juanita
la esposa de don Juan.
Siento un sopor,
mis pupilas cierran sus compuertas,
mis oídos cesan de oír,
mi lengua está rígida,
mi tacto se vuelve insensible,
ya no veo, sólo pienso.
Ahora mi pensamiento
huye de mi cuerpo
y se dispara al más allá
como un cometa que arroja el sol.
