domingo, 11 de agosto de 2019

Una extraña religión: el fascismo





- La Historia Jamás Contada -

Recuerdo que hace 50 años aproximadamente supe, de manera formal, lo que era el FASCISMO. (Digo formal, porque de hecho era un componente de la vida cotidiana nacional en aquella época, la del diazordacismo, sin que el odiado Presidente hubiera sido, ni con mucho, su instaurador, aunque sin duda desempeñó su parte desde los diferentes cargos públicos que ocupó.)

La formalidad correspondía a su inclusión en el temario de la asignatura de Historia Universal Contemporánea que cursábamos durante el Tercer Año de Secundaria, donde aprendíamos de los Tres Grandes: Mussolini, Hitler y Franco  -il Duce, der Führer y el Caudillo-, aunque sin dificultad hubiera podido incluirse a otros tantos, pasados y presentes, comenzando por Stalin.

El caso de Benito Mussolini en Italia es paradigmático no sólo por tratarse del Fascismo original, referencia tanto práctica para sus admiradores-seguidores como teórica para los estudiosos, sino porque proporciona un modelo puntual de la interacción entre Caudillo y masa a nivel psicosocial, aspecto de ordinario descuidado en los estudios históricos convencionales pero que, en determinadas circunstancias, proporciona la clave para entender y situar algunos hechos aparentemente insólitos.

Me refiero al fuerte componente RELIGIOSO, emotivo más que racional, que no sólo cohesiona sino que llega a galvanizar las acciones de las masas al punto de hacerlas refractarias a cualquier crítica, incluso desde su interior, por fundada que sea, inhibiendo así cualquier intento de análisis y discusión en cuanto a sus verdaderas motivaciones, perspectivas y posibles resultados.

Este salto cuántico de la Política a la Religión, por el que una ciudadanía aceptablemente responsable es transmutada en una horda de creyentes fanáticos, por su misma naturaleza (inter)subjetiva no es susceptible de ser adecuadamente monitoreado y menos aún manejado con los instrumentos objetivos de las instituciones propiamente políticas, debiendo éstos ser sustituidos o, cuando menos, enriquecidos –enhanced- con otros provenientes de la Psicología o, mejor aún, de la Psicoterapia, que en este caso sería colectiva.

Es el paso conceptual que falta por desarrollar dentro del enfoque culturalista del Fascismo como religión, por otro lado bastante minucioso en cuanto a las obvias semejanzas que existen entre ésta y cierto tipo de Política ahora nuevamente de moda.

De modo que si hemos de obtener algún provecho del estudio de la Historia Contemporánea en el sentido clásico del término, tendremos que aprender a leer entre las líneas de los hechos sociales objetivos que van conformando la Historia, los factores subjetivos que llevan a tantos individuos de las modernas sociedades democráticas a afiliarse, no siempre con plena conciencia, a proyectos cuyo objetivo es claramente acabar con los avances históricos en materia de convivencia civilizada.

Por eso, y como conclusión, conviene tener presente en este preciso momento y tal vez más que nunca en los últimos 100 años, que LOS PUEBLOS QUE DESCONOCEN –en este caso, a profundidad- LA HISTORIA, PUEDEN FÁCILMENTE SER LLEVADOS A REPETIRLA.


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad  Investigadora de lo Extraño, músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: Internet