13 de julio de 2019
En México, los problemas de tiroides afectan a tres de cada mil mujeres mayores a 50 años (dos por ciento). Las que están en el rango de edad entre 40 y 50 años son consideradas el grupo de riesgo, y las que superan los 50 deben hacerse una prueba de tamizaje o perfil tiroideo, recomendó Sergio Alberto Mendoza Álvarez, académico del posgrado de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Sin embargo, “en muchas ocasiones los pacientes no perciben que algo pasa con su cuerpo, hasta que la sintomatología se hace más evidente con el paso del tiempo, y eso impide el diagnóstico y tratamiento oportunos, afirmó.
Entre otras funciones, la tiroides controla la frecuencia cardiaca, temperatura corporal, motilidad intestinal y metabolismo. El principal trastorno que la afecta se denomina hipotiroidismo, que consiste en la producción insuficiente de hormona tiroidea, y algunos de sus síntomas son intolerancia al frío, piel seca, anemia, cabello quebradizo, enlentecimiento de los latidos del corazón, afección renal, alteraciones en el estado de ánimo y capacidad de reacción lenta.
Además, los pacientes pueden presentar voz ronca –sin que haya dolor de garganta o fiebre–, cara abotagada y estreñimiento. “Todas son manifestaciones clínicas que deben tomarse en cuenta, pues la enfermedad no se manifiesta con un solo síntoma”, advirtió.
No obstante, subrayó el especialista en medicina interna, no hay una cultura de prevención para estas alteraciones, que se presentan en una proporción de tres mujeres por cada varón. “Deben tratarse con oportunidad por ser una glándula endócrina que rige la mayoría de las funciones vitales de nuestro organismo. Si no funciona de manera correcta, todo el organismo se perturba”.
La probabilidad de padecerlos se incrementa con la edad, hasta llegar a 14 por cada mil mujeres de 75 a 80 años, y se ha registrado 10 por ciento de los casos en población general mayor a 60 años. En hombres la proporción es de 0.6 por cada mil.
Mendoza Álvarez explicó que el hipotiroidismo se divide en primario y secundario; el primero, debido a tiroiditis de Hashimoto, es el más común, con 99 por ciento de los casos.
El secundario aparece cuando en la hipófisis se produce una cantidad insuficiente de hormona liberadora de tirotropina (estimulante de la tiroides).
Quienes sufren de hipotiroidismo suelen tener bajos niveles de sodio o prolactina alta. “En 99 por ciento de los casos, la tiroiditis de Hashimoto se considera la primera causa de hipotiroidismo en zonas con adecuada ingesta de yodo, como es el caso de México; pero en aquéllas donde hay deficiencia de yodo es la primera, pues este nutriente es fundamental para la síntesis de las hormonas tiroideas”.
El universitario puntualizó que el control de la mayoría de pacientes con hipotiroidismo primario es mediante la sustitución de la hormona tiroidea. “Se suministra de manera exógena por medio de un medicamento y con ello pueden vivir de manera normal y controlada por muchos años”.
Cuando hay sospecha de hipotiroidismo, se debe realizar un ultrasonido de tiroides para saber si existen nódulos; de ser así es necesaria una biopsia para determinar si hay células malignas. El tiempo de evolución del hipotiroidismo o del nódulo no siempre se relaciona con una mayor o menor probabilidad de cáncer, aclaró.
Por último, Mendoza Álvarez advirtió que si hay datos clínicos que sugieran la enfermedad es preciso acudir al médico para practicar un perfil de tiroides y observar la estructura de la glándula, a fin de identificar si hay algo que deba ser estudiado a profundidad, como un nódulo tiroideo, y para iniciar de manera oportuna el tratamiento y evitar complicaciones cardiovasculares o renales.
Boletín UNAM-DGCS-482/2019