- La Historia Jamás Contada -
El hecho insólito de la semana fue sin duda la rebelión de
un gran número de policías federales contra el úcase -del ruso указ, decreto,
en época de los zares- que literalmente los trasmuta en miembros de la recién
creada Guardia Nacional, con las nada halagüeñas consecuencias e implicaciones que
esto tiene para ellos.
Para este momento se han elaborado ya muy completos y
objetivos reportajes (como el del LINK) sobre el hecho y sus antecedentes por parte de periodistas
profesionales, que balancean tanto las explicaciones oficiales como las de los
defensores oficiosos aficionados del “nuevo” (¿?) Régimen.
Pero también son posibles otras perspectivas del asunto, que
podría contener mucho más de lo que parece a primera vista. Entre ellas la
sociológica marxista, que además le viene como anillo al dedo a un Gobierno al que muchos
consideran –apresuradamente, a mi parecer- “de Izquierda”.
En primer lugar, disensiones tan sorpresivas como ésta no
son desconocidas en nuestra Historia. Tómese, por ejemplo, el Movimiento de los
médicos del Seguro Social de 1964, detonado por el anuncio de que ese año no
recibirían aguinaldo.
En el caso de la Policía Federal, independientemente de su desempeño
institucional y la calificación jurídica y moral que merezca cada una de sus actuaciones
concretas a lo largo de su existencia, incorpora una característica que habría
de resultar crítica: la ESCOLARIDAD SUPERIOR, coincidiendo en eso con los
médicos y, sobre todo, los estudiantes universitarios en rebeldía de la década
de los ’60.
La mayor información disponible, junto con el entrenamiento
sistemático de facultades intelectuales como el raciocinio, por especializada
que sea su aplicación, dan como consecuencia inevitable una mayor conciencia
-awareness- de la posición objetiva que se ocupa dentro del entramado social, haciéndose
tanto más refractario tanto al adoctrinamiento ideológico puro como al chantaje
sentimental, recursos gubernamentales standard para el control o acallamiento
de la protesta.
El carácter místico que suponía en los inicios del
socialismo la adquisición o aparición de una “conciencia de clase” en las
clases sojuzgadas, que llevaría a tantos entusiastas –“sacerdotes”, los llamaba
yo- de la Revolución a crear dispositivos que la insuflaran o incluso la forzaran,
como el Partido revolucionario de Lenin o cuando menos las escuelas de cuadros,
fue desvaneciéndose en la medida que se “desencantaban” (Weber) la Historia y
la Sociedad, al grado de que para el observador actual, resulta un proceso bastante
espontáneo.
Por eso es que el fenómeno de la toma de conciencia (de clase) puede
darse -y se da- en los lugares sociales menos esperados, como
ocurrió cuando el llamado Movimiento de las Bandas a principios de los años 80, al
cual todos los Partidos formales intentaron cooptar sin éxito.
De ahí el título del presente artículo, que seguramente
escandalizaría –en el remoto caso de que lo leyeran- a izquierdistas dogmáticos
como son algunos de los más vociferantes del Partido en el Poder, pero así es como se están
dando ahora las cosas.
Al final es un hecho sociológico que nos permite tener una idea más
exacta no sólo de la realidad, sino también de las posibilidades de la situación histórico-social por la que atravesamos, MÁS ALLÁ DE LA PROPAGANDA
Y LA ESPERANZA.
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño, músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.
Imagen: www.resumenlatinoamericano.org