domingo, 24 de marzo de 2019

El derecho a diseñar



- La Historia Jamás Contada -

Hace unos días vi por un canal internacional de televisión un reportaje sobre el populismo en la Política italiana contemporánea. Siempre es interesante conocer cómo se hacen las (mismas) cosas en otros países, pero en esta ocasión hubo un bonus, por así decirlo, pues me permitió diferenciar nítidamente entre dos conceptos que solemos usar indistintamente: populismo y paternalismo.

El primero, como todos sabemos, se refiere a la circunstancia de que el pueblo se haga cargo de asuntos tradicionalmente dejados al Gobierno, siendo tal vez el caso más nombrado en nuestro país el de los “usos y costumbres” que algunas poblaciones aplican a diferentes aspectos de su vida social.

Pero también hay otros, menos “comunitarios” -arcaicos- que, por el contrario, responden a apremiantes necesidades emergentes, como son los servicios públicos o la seguridad e incluso algunos proyectos perfectamente factibles pero sin interés para los políticos profesionales, quienes se consideran a sí mismos como los únicos capaces de gobernar.

De esto trataba la segunda parte del reportaje, dedicada al Movimiento Cinco Estrellas (M5S) que, sinceramente, no resultó una novedad para mí, pues me recordó de inmediato a la histórica New  Left de los 60-70s y su consigna “POWER TO THE PEOPLE!” -¿qué puede haber más populista que esta frase?-.

Una vez precisado el significado de “populismo”, lo que sigue, lógicamente, es preguntarse: ¿entonces qué -impronunciable- tenemos aquí? Pues nada más que PATERNALISMO, desde la Colonia -o tal vez antes- hasta la actualidad, en el que toda decisión o iniciativa popular tiene que pasar forzosamente por el filtro de Papá-Gobierno, el único en saber lo que conviene -o no- al Pueblo, por mucho que lo adule -incidentalmente, esta actitud se conoce como DEMAGOGIA-.

Así, mientras que en el (verdadero) populismo, el pueblo puede tomar algunas decisiones, en el paternalismo es algo streng verboten: lo más que le concede el demagogo es presentarle propuestas para que diga que sí. ¿No les resulta demasiado familiar, sobre todo en estas fechas?

Y ni hablar de poner en práctica alguna iniciativa ciudadana, menos aún con el apoyo del Gobierno: ahí tienen lo que sucedió con las estancias infantiles y ONGs parecidas, a pesar de que, en términos generales, hayan FUNCIONADO aceptablemente bien en el pasado reciente. Lo mismo que pasaba ya desde antes en muchos otros rubros, como la Cultura, por ejemplo, sobre la que ya he escrito.

Es en este punto donde el título adquiere sentido: se trata de que sea la propia gente quien, a partir de los análisis in situ que realice de sus propios problemas y posibilidades, DISEÑE -palabra clave- soluciones y proyectos técnicamente factibles, cuyo siguiente paso sería, por supuesto, organizarse para aplicar unas y llevar los otros a la práctica.

Un sano POPULISMO, después de todo, mucho mejor que limitarse a respaldar emotivamente a quien(es) sólo medra(n) con la esperanza del pueblo: algo bien sabido por la época -iba a poner “épica”- de la Nueva Izquierda, cuando estaba muy claro que el objetivo estratégico de la actividad política no era concentrar más Poder sino, por el contrario, REDUCIR el que habían acumulado a lo largo del tiempo las castas gobernantes, del signo que fueran o se dijeran.

Es lo que nos enseña la Historia.



Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: Internet