jueves, 6 de diciembre de 2018

Una tradición milenaria



Lo tengo, nuestra fortuna está hecha.

King Camp Gillette

Con la frase anterior el empresario estadounidense King C. Gillette anunciaba a su esposa el invento que se le había ocurrido. Y no se equivocaba, ya que tras seis años de trabajo con ingenieros y metalúrgicos nació la Safety Razor (cuchilla segura), la primera máquina desechable para afeitar.


El día de hoy, 2 de diciembre, se cumplen 117 años de que Gillette patenta uno de los utensilios más preciados de los hombres y por qué no, también de las mujeres -la máquina de afeitar- cuya principal innovación fue una hoja delgada y de bajo costo, fabricada en acero estampado y desechable. Su visión ha inspirado más de 100 años de innovación para brindarte el mejor afeitado del mundo. Y aún no se ha terminado el desarrollo de las máquinas de afeitar ya que su compañía desarrolla constantemente más innovaciones en ellas.

Gillette tuvo la idea de fabricar un producto que fuera usado pocas veces y pudiera ser desechado. Las navajas de afeitar de la época eran caras y requerían un afilado constante; una cuchilla de afeitar que se desechara al perder su filo se convertiría en una necesidad a la vez de ser un negocio muy lucrativo.

Las maquinillas de rasurar que proporcionaban protección durante el afeitado ya se habían fabricado a mediados del siglo XIX, pero aún usaban una navaja forjada. La primera verdadera maquinilla de afeitar la inventaron los hermanos Kampfe en 1888. Esta maquinilla se caracterizaba por proteger la cuchilla del contacto excesivo con la piel. Sin embargo, sólo usaba una cuchilla que tenía que ser retirada para después volver a ser afilada. Gillette mejoró este diseño y logró un producto barato de producir en serie.

Para comercializar sus productos, fundó en 1901 la empresa The American Safety Razor Company, que cambió su nombre a Gillette Safety Razor Company en julio de 1902. Comenzó la producción en 1903, en que vendió 51 maquinillas y 168 cuchillas, mientras que, al año siguiente, con una política de precios bajos, vendió 90,884 maquinillas y 123,648 cuchillas. En 1908, la empresa ya se había establecido en Estados Unidos, Canadá, Francia y el Reino Unido. En 1915 las ventas de cuchillas superaban los setenta millones de unidades.

Gillette fabricaba cuchillas de acero al carbono hasta los años sesenta. Éstas se oxidaban muy rápidamente y requerían ser reemplazadas con frecuencia. En 1965, la empresa británica Wilkinson Sword empezó a vender cuchillas de acero inoxidable, las cuales se podían usar hasta que se desafilaran. Con esto, esta empresa se hizo rápidamente con el mercado europeo, forzando a Gillette a fabricar también cuchillas del mismo material para poder competir.

Aunque desde el periodo neolítico ya se practicaba el rasurarse, el hombre primitivo se rasuraba con conchas hace veinte mil años. Las pinturas rupestres nos lo muestra unas veces barbado y otras afeitado. Operación que al ser realizada en seco debió de resultar bastante dolorosa.

Pero, el hábito generalizado de quitarse el pelo de la cara se remonta al antiguo Egipto, cuando se utilizaban herramientas de bronce para este cometido. Alejandro Magno introdujo la costumbre en el mundo grecorromano, de modo que en la antigua Roma surgió la figura del tonsor -profesional que sería el precursor de los barberos o peluqueros. Escipión el africano, el general que derrotó a Aníbal en la famosa batalla de Zama, tenía por costumbre rasurarse la barba a diario. El ritual del afeitado se tornó importante socialmente e incluso se practicaba un ritual a los jóvenes que señalaba el paso de la pubertad a la madurez.

La barba no era muy popular entre los romanos hasta que el emperador Adriano la puso de moda ya que tenía un tupido vello facial que lucía con orgullo, y de paso ocultaba algunas imperfecciones cutáneas. Con el triunfo del cristianismo los miembros de la naciente Iglesia Católica comenzaron a dejar crecer sus barbas como símbolo de sabiduría, pero tras el cisma de Oriente la Iglesia de Roma recomendó el afeitado para distinguirse de la iglesia bizantina, que siguió teniendo la barba en alta estima, hasta hoy.

Puede creer amable lector, que hasta mediados del siglo XIX los oficios de barbero, dentista, peluquero y cirujano coincidían en la misma persona, ya que la navaja, de acero desde el siglo XVIII, era el instrumento con el que tanto se podía afeitar como hacer las incisiones y cortes propios de las operaciones.

Es así, que el invento de Gillette es uno de los más empleados ya que hoy en día, la maquinilla de afeitar se ve por todos lados.

Jorge A. Rodríguez y Morgado

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