“¡Qué nuestra obra marque camino para los demás!”.
Abel Pérez Rojas.
Como cuando se inaugura una calle y se le pone el nombre de alguien que ha dejado huella, así hay nuevas “calles” en la vida, en el arte, en la ciencia y en el saber, que no son tan visibles, pero que alguien, algún día, dio los primeros pasos en esa dirección hasta que se conformó una vereda humana, que con el paso del tiempo y del trabajo, evolucionó hasta ser una “calle” o “avenida” en la cual podemos transitar otros más.
De eso habló hace poco Guillermo del Toro tomando como analogía las calles que transitamos todos los días y que conforman nuestras ciudades y poblados.
Durante su primer Master Class, en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, denominada "De Geometría a la Forma del Agua", de acuerdo con El País, del Toro dijo en un abarrotado foro:
“Hay una razón por la que hoy estoy aquí: los jóvenes. Creo que lo único que deja uno de valor [cuando muere] es un camino. Yo no sé quién es Robles Gil [cuando voy conduciendo] pero puedo dar vuelta a la derecha. Si dentro de 100 años nadie se acuerda de mí pero dejé un camino donde alguien pueda dar vuelta a la derecha, habrá merecido la pena”.
A mi parecer la analogía del exitoso director hollywoodense es brillante porque da pie a dialogar sobre esas nuevas “calles” que algunos están abriendo, y que no son fáciles de iniciar porque tienen muchas opiniones y posturas en contra debido a que significan puntos de ruptura y quiebre por su novedad.
¿Cómo se abre una nueva “calle” de esas a las que se refiere Guillermo?
Se abre a través de la constancia en lo novedoso y en lo creativo; el mismo del Toro es un claro ejemplo de ello.
Si el cineasta jalisciense nos hubiera hablado hace décadas de sus historias de amor entre el mundo de los humanos y los mundos extraños, nos hubiera parecido sólo producto de una fantasiosa mente, pero ahora, después de miles de horas de trabajo y varios filmes, podemos decir con certeza que existe la “calle” Guillermo del Toro.
La “calle” Guillermo del Toro es su forma de hacer las cosas, es la obra de dicho cineasta, lo que implican sus aportaciones y la influencia que está marcando en distintos ámbitos, y que los más jóvenes seguramente se encargarán de materializar en los próximos años.
Las palabras de Guillermo son un llamado a atreverse a vencer lo que nos está deteniendo y nos impide realizar nuestros sueños.
El mensaje en cuestión es directo y democrático, porque en el fondo sostiene que cualquiera puede marcar rumbo y romper con las inercias que nos uniforman y vuelven comunes a las mayorías que “duermen” en la comodidad.
Ojalá más de uno que me lee algún día pueda ver que con su actuar marcó rumbo para otros y llegado el momento sepa en lo recóndito de su ser, que a su paso dejó un mundo mejor.
¿Qué hacer para merecer que una “calle”, de esas a las que se refiere Guillermo del Toro, lleve su nombre?
Se lo dejo para la reflexión.
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente.