viernes, 15 de diciembre de 2017

El uso banal de los contenidos virales


Sabersinfin
“La vida se nos escapa,
como agua entre los dedos,
sin prestar atención a lo importante”. 
Abel Pérez Rojas


A fin de asegurar que nuestro mensaje o producto llegue a la mayor cantidad posible de personas, cada vez más se busca que los contenidos para y en Internet alcancen la cualidad de virales.

Desgraciadamente éste y muchos otros aspectos más nos están llevando a la banalización de lo que se ha considerado una vía para el acortamiento de las brechas de desarrollo entre las sociedades y entre las personas, quizá con una intencionalidad expresa. Veamos.

La principal cualidad de los contenidos que llamamos virales está vinculada con la diseminación y aceptación masiva de los usuarios de Internet. Generalmente trasciende el mundo virtual para impactar en las pantallas de cine y televisión, así como en los medios de comunicación impresos.

La diseminación masiva de mensajes está vinculada con la recomendación y compartición que cada  usuario hace con sus contactos, quienes a su vez lo comparten con personas específicas o en general a través de sus muros en las redes sociales.

Lamentablemente los contenidos virales están relacionados con situaciones superficiales y de distracción, por ejemplo, de acuerdo con  BuzzSumo -empresa especializada en analizar qué tiene y qué no tiene éxito en Internet- citada en 40defiebre.com, las cuatro emociones que van aparejadas en orden de importancia con los contenidos virales son: impresionante, risa, diversión y alegría.

Al ver lo anterior es evidente por qué difícilmente encontramos contenidos de propagación masiva que estén vinculados con la reflexión, con el análisis o con la toma de conciencia.

Por ejemplo pese a la indignación reflejada en miles de firmas que respaldan alguna petición levantada en change.org, no son nada comparadas con los millones de reproducciones que tiene un vídeo que capta la caída de un niño en un arroyo mientras es objeto de burlas por parte de sus compañeros, o el descuido por el cual nos enteramos si una estrella del cine usa o no ropa interior.

Lamentablemente, frente a los asuntos que debieran interesarnos porque impactan de manera directa a nuestra vida, a corto o mediano plazo,  nuestra atención se desvía cuando se pone enfrente algún contenido con características virales.

Si usted está suscrito a los mensajes noticiosos que son enviados por las compañías de telefonía celular, habrá notada que en casi todas las entregas,  uno de las tres notas enviadas tiene que ver con situaciones que podemos calificar como virales: el choque de dos aviones en una feria del aire o el desmayo de una competidora de halterofilia en plena competencia, por ejemplo.

En resumen, amén de la vinculación que frecuentemente tienen algunos contenidos de cualidades virales con los virus informáticos y otros delitos cibernéticos- como el robo de contraseñas o identidades-, los contenidos virales están siendo usados intencional o casualmente como distractores, como una  especie de cortinas de humo frente a contenidos que debieran interesarnos o indignarnos, y si se quiere a mayor profundidad como una vía para que la vida se nos escape entre las manos por el inexorable andar del reloj y por la irrelevancia de los asuntos en los que nos ocupamos.

¿Qué le parece?

Imagen: blog.gonway.com

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com.