martes, 24 de octubre de 2017
Poema A Los Hermanos Serdán
El fresco rocío de la mañana,
se esparcía por la hermosa Puebla
bajo el manto blanco de nubes,
que desfilaban por todo el hermoso valle de esa región
se comenzó a percibir un clima tenso, hostil…
con la llegada de la cabalgata del ejército federal
emisarios mortales para los hermanos Serdán…
Fue una mañana sangrienta,
llena de dolor para todos los poblanos
que deseaban quitarse el yugo
de la opresión en la que el país vivía…
El 18 de noviembre de 1910,
fue una mañana trágica,
se tiñó de rojo la casa de los Serdán…
Bajo el mando del coronel Cabrera,
acompañado del mayor Fregoso
y otros ayudantes militares,
Martín Aguirre, Blas López
y Vicente Murrieta,
recibieron órdenes Supremas de catear la casa
de los Serdán en la ciudad de Puebla…
Cumpliendo con su deber
llegaron hasta las calles de Santa Clara
donde se situaba la casa,
tocaron fuerte a la puerta
y una vez abierta
entraron con decisión y valor…
Al cruzar el patio se escuchó una descarga de fusilería,
era la bienvenida que los hermanos Serdán
hacían a los intrusos federales,
dando muerte instantánea
a Cabrera y a su ayudante Murrieta…
Los demás que los seguían,
al ver tal agresión se replegaron,
escondiéndose como ratones,
entre los muros y marcos de las puertas,
por temor de que les metieran una bala en la cabeza
huyendo como cobardes a pedir refuerzos
y dar parte a sus jefes militares…
Aquiles, Máximo, Carmen y la madre de éstos,
Josefina esposa de Aquiles y otros amigos
se unieron como familia y con mucha valentía,
ocuparon la azotea de la casa,
exhortando al pueblo que tomaran las armas
en defensa de la independencia de nuestro país mexicano…
Pero de nada sirvió la gente no atendió
al llamado tuvieron miedo…
la gente únicamente miraba
como se iban cayendo
uno a uno los hermanos…
En ese cruce de balas
entre los federales y los Serdán,
perdió la vida Máximo, Jesús Nieto
y Carmen Serdán fue herida
los demás sobrevivieron,
pero fueron tratados como animales salvajes.
Los federales buscaban entre los muertos
y hasta debajo de las piedras
el cuerpo de Aquiles Serdán,
al no hallarlo creyeron
que se lo había tragado la tierra…
Aquiles astutamente se había ocultado
en la planta baja del edificio
por más de quince horas seguidas,
sin dormir y sin comer,
manteniendo la esperanza de salir con vida
para seguir en la noble causa revolucionaria…
Pero la suerte le jugó traición
y creyendo que la casa estaba sola,
salió de su escondite para encontrarse
de frente con Porfirio Pérez
el jefe de los gendarme
que vigilaba la casa el día 20 de noviembre…
Aquiles al verse descubierto
gritó fuertemente:
¡yo soy Aquiles Serdán!,
al mismo tiempo y sin clemencia
desenfundaba su arma y disparándole
casi a quemarropa,
respondiéndole, fuertemente:
¡pues a usted lo buscamos!
Estas fueron las últimas palabras
que un Serdán pronunció,
dando muestra y ejemplo:
“que una familia unida
hace cambiar el rumbo de una nación”…
¡Compatriotas mexicanos:
orgullosos estamos los poblanos
y recordamos con orgullo y con honor,
la valentía de una familia que murió con dignidad,
al pelear por la libertad e independencia de México!
¡Viva Puebla!
¡Vivan los hermanos Serdán!
¡Viva México!
Leobardo Cruz Magariño es abogado, amante de la lectura y la poesía.