domingo, 26 de enero de 2020

La alternativa hippie



- La Historia Jamás Contada -

Pocas manifestaciones cultural-generacionales fueron tan incomprendidas e incluso calumniadas al momento de su aparición como el hippismo, a mediados de los ’60. La mayor parte de la población que llevaba una vida convencional y estaba, si no satisfecha, cuando menos resignada a ello, reaccionó al principio con extrañeza y luego con hostilidad al fenómeno, que cuestionaba radicalmente la “naturalidad” de lo hasta entonces considerado socialmente correcto.

Al principio fue una moda, no muy diferente de otras inmediatas o incluso de épocas anteriores –sólo recuérdense los años 20, por ejemplo-, pero que pronto desencadenó una reacción de verdadera histeria colectiva que culminó en la PERSECUCIÓN de quienes la adoptaron convirtiéndola en todo un estilo de vida que iba mucho más allá de una manera específica de vestir, hablar o divertirse.

¿Pues qué tenía de peculiar esta nueva tendencia? En realidad nada ajeno al desarrollo histórico de las sociedades en que apareció, pero era obvio que había “tocado“ algo en el Inconsciente colectivo de éstas que las puso en guardia, como ya había sucedido otras ocasiones en el pasado, especialmente en lo concerniente a creencias religiosas.

Sea de esto lo que fuere, el resultado fue que la forma de vida hippie no pudo prosperar más y se fue extinguiendo al paso del tiempo, dejando su lugar a versiones más conformistas o light. ¿Pero esto es realmente así? Pienso que no, ateniéndome a consideraciones históricas y sociológicas como las siguientes:

Habiendo transcurrido mi adolescencia y primera juventud durante los ’70, me consta que muchos de los logros de (los radicales de) la década anterior se difundieron –o aclimataron, como me gusta decir- entre la población en general a lo largo de aquélla, que he descrito como “una época de extraordinaria libertad para vestirse, medio vestirse o no vestirse” –un legado directo hippie-, pero también de posibilidades insospechadas en los más diversos ámbitos de la vida, de la cultura a la sexualidad e incluso la metafísica, sin olvidar su decisivo aporte a la conciencia ambiental.

Muchas de las manifestaciones culturales –en el sentido más amplio- juveniles de hoy en día pueden rastrearse directamente hasta las de los hippies históricos, pudiendo entonces afirmarse sin perder precisión que son las ramas más recientes del árbol evolutivo de estos últimos.

Teniendo en mente lo anterior, ¿por qué no tomar ventaja de las condiciones actuales y vivir nuestra vocación –llamado interno- hippie no como nostalgia sino como la cosa más natural en un mundo culturalmente diverso? Paradójicamente, buena parte de esto ya se había logrado en aquellos míticos ’60, a pesar de la furiosa oposición  a la que estuvo sujeto el Movimiento.

Así que como conclusión, considero que hoy día aún es viable la ALTERNATIVA HIPPIE, ciertamente no como la recordamos de esa época, sino tal vez hasta…. ¡MEJORADA!

¿Qué opinan, especialmente ustedes HIPPIES DE CORAZÓN?



Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad  Investigadora de lo Extraño, músico profesional y estudioso de los  comportamientos sociales.

Imagen: www.wonderopolis.org