- La Historia Jamás Contada -
El próximo 24 de diciembre se cumplirán 30 años de una
experiencia francamente aterradora que tuvimos un amigo (D) y yo con otra amiga
(G) durante una reunión improvisada previa a la de Navidad. Resulta que después
de habernos aprovisionado convenientemente para la inminente velada, ella nos
dijo que no quería regresar a su casa esa noche y mejor la pasáramos en casa de
él. Así lo hicimos, conversando, bromeando, ella discutiendo en algún momento con
él pero, aparte de eso, nada fuera de lo habitual.
Pero al filo de las 5 de la mañana, G comenzó a actuar de manera
desconcertante, alcanzando rápidamente una especie de paroxismo de desesperación,
que motivó a D a acercarse a prestarle auxilio. No era la primera vez que algo
extraño sucedía con ella, según me había contado D de un reciente viaje que hicieron
juntos, pero esa noche las cosas alcanzarían un cariz de pesadilla.
Fue este caso REAL, con todas sus secuelas psicopatológicas
y sociales, lo que me hizo ver lo poco que sabemos de este Mundo Oculto, que no
sean los relatos supuestamente verdaderos o declaradas ficciones que nos suelen
entretener y si acaso asustarnos un poco, a los que tantos somos aficionados.
Por mi parte, aunque había leído muchísimo sobre estos
temas, nunca imaginé vivir de cerca una experiencia así, tan cruda y la vez incomprensible
e ingobernable, de consecuencias emocionalmente demoledoras incluso para los “simples”
testigos. Nada que ver con el manejo puramente religioso de la situación tan (inmerecidamente)
elogiado en la cultura de masas, que en el mejor de los casos sólo va a
decepcionarte. (En el peor, vas a caer en las redes de alguna(s) de las
innumerables sectas “sanadoras” que siempre están al acecho, como finalmente
sucedió a G.)
Año y medio después, superado el stress postraumático que me
dejó la truculenta experiencia, de la cual el suceso anotado fue tan sólo el
principio, me propuse informarme sistemáticamente acerca de estos fenómenos en cuantos
aspectos fuera posible, pues no se trata de eventos simples, objetivos y cuasi-aleatorios,
sino que se da una especie de juego entre un (posible) agente desconocido y los
humanos a quienes afecta directamente.
(En el caso de G, a raíz de las prolongadas conversaciones que tuvimos con ella
a partir de entonces, fuimos tomando conciencia de su afición o, tal vez sea
más exacto decir, ADICCIÓN a personajes dedicados a invocaciones en las que ella
parecía jugaba el papel de receptor de lo invocado.)
Para el aspecto humano de mis estudios, me ha
resultado de mucha utilidad mi conocimiento acerca de las metodologías de investigación
en Ciencias Humanas y Sociales, pero en cuanto a la Tradición ocultista, me
falta mucho por aprender aunque, para ser sincero, las fuentes tanto personales
como librescas que he podido consultar, me han resultado decepcionantes, al
grado de tener la impresión de que la mayoría de los supuestos “expertos” no
saben mucho más, en cuanto a calidad, de lo que sé yo o cualquier otro profano.
Y ya para concluir, reitero lo afirmado muchas veces: es
necesario contar con una CULTURA OCULTISTA básica, tanto para no ser tomados
desprevenidos por acontecimientos sumamente extraños y/o atemorizantes, como
para no ponernos a merced de peligrosos charlatanes cuyo interés no es precisamente ayudarnos a salir del brete, sino a veces todo lo contrario: LO DIGO POR EXPERIENCIA.
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