22 de septiembre de 2019
Sabersinfin
“Las fatídicas predicciones
son las anticipaciones lógicas
que presagian un mal
o desgracia a alguien,
motivadas por su condición,
su situación, el entorno
o sus desventajas".
Abel Pérez Rojas.
Hay historias de vida y pasajes de la existencia en los cuales se vislumbra un futuro funesto inevitable, sin embargo, gracias a diversos factores, eso que parecía ineludible logra ser superado y con el paso del tiempo se entiende que sólo fue una especie de vallado que al ser superado, nos convirtieron en personas más capaces.
Viene a mi mente esto mientras pienso que frecuentemente en mi obra literaria abordo el fatídico destino, el cual es la prolongación en el futuro de lo que nos condena a una forma de vida que deseamos superar y que nos ancla a situaciones agobiantes.
Mi mira ante el fatídico destino aunada a una reciente lectura del interesantísimo libro de Robert Greene, titulado Maestría (México, 2019. Oceáno), me han orillado a escribir en torno a la importancia de aprender a formarse pese a las fatídicas predicciones que las personas o nosotros mismos hacemos de nuestra persona.
¿Qué son las fatídicas predicciones sobre alguien?
En el tenor de lo que te vengo compartiendo, son las anticipaciones lógicas que presagian infortunio o desgracia a alguien, por motivos de su condición, de su situación, del entorno o de sus desventajas.
Es decir, las fatídicas predicciones sobre alguien son las prolongaciones en el tiempo y en el espacio que realizan las personas de lo más probable que le pueda pasar a alguien.
Como es evidente, las anticipaciones fatales que realizamos sobre alguna persona hacen más difícil que ella las supere, pues se convierten en una carga psicológica en contra.
“No va a salir adelante es muy pobre”, “Con esa amputación no podrá mantenerse”, “Es muy joven para desempeñar bien el puesto”, “Va a terminar también alcohólico como sus padres”, son sólo un pequeño botón de las miles de fatídicas predicciones que a diario las personas realizan sobre otras.
Las anticipaciones de este tipo generalmente se fundan en prejuicios e ignorancia y constituyen una presión social, que en lugar de ayudar de quien se trate, frecuentemente se convierten en bardas infranqueables para algunos.
Afortunadamente son muchos los casos de quienes se sobreponen a tener todo en contra.
Creo que todos alguna vez nos hemos enterado de historias en las cuales alguien lo logró y con ello cumplió sus propósitos y metas.
A mi mente vienen personajes célebres por su valor, constancia y dedicación que se formaron exitosamente pese a las fatídicas predicciones por su condición, por ejemplo: Ludwing Van Beethoven y su temprana sordera, Helen Keller y su sordoceguera a la edad de diecinueve años, Oprah Winfrey y sus primeros años marcados por la pobreza, la falta de oportunidades y el abuso.
En fin, la lista es interminable y los grados de severidad de la adversidad también.
Nosotros mismos seguramente hemos vivido pasajes de adversidad.
En otras ocasiones te he compartido algunas de mis reflexiones en torno a la resiliencia, sin embargo, en esta ocasión he querido hacerlo desde este otro ángulo para hacer visible la carga innecesario que colocamos en la espalda de quienes nos rodean.
Precisamente, evidenciar estas situaciones coloca a la persona en condición de encarar lo que haya que enfrentar para salir del atolladero.
La otredad es vital para reconocernos en la mirada de quien está frente a nosotros, pero también puede resultar perjudicial, porque las predicciones de las demás personas no se basan en juicios sensatos ni en intuiciones honestas.
Queda en manos de las personas tomarse su tiempo para apropiarse de lo útil y desechar lo que está de más y no fue compartido con sana intención.
Las predicciones de la vida diaria suelen ser erróneas, porque no parten de alguna metodología comprobada u holística.
Aprendamos de todo esto, recapitulemos con seriedad, pensemos con amplitud y sobre todo no contribuyamos a la prolongación del fatídico destino.
Sí es posible desarrollar nuestra propia libertad.
Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo.
Nos vemos en la próxima entrega. Te espero.