12 de julio de 2019
Voltea nostálgico,
resignado,
omite despedirse
temiendo
que las lágrimas cieguen
su único ojo.
Con el cuerpo craquelado,
arrastrando un pie,
en harapos
y mil brazos desintegrándose
cruza el punto de inflexión
para formar parte
de lo que somos
y ya no.
Atrás quedó su risa burlona
ante la sentencia:
"Aprender a desaprender
es el camino",
tarde comprendería
que esa sería
la sentencia ejecutoria
que le mandaría
al panteón
de los paradigmas obsoletos.
Ahora yace al lado
del arquetipo del pensamiento mágico
y del molde del anacronismo neoliberal;
su epitafio dice:
"Aquí reposa
un paradigma que fue útil,
sirvió,
reinó
y fue sustituido
por alguien
que descubrió su camino".
Descanse en paz.
