25 de agosto de 2019
Cuando los dados
marcan serpiente
y retrocedes hasta el fondo,
se nubla la posibilidad
de las escaleras,
como cuando conduces
en medio de una tormenta
que impide mirar el frente,
o como el día en extremo nublado
que hace dudar de la presencia del sol;
así,
igual,
pero desmotivado,
desganado,
alicaído
deprimido,
con el ánimo por los suelos,
casi renuncias al siguiente turno,
por poco pides mudarte
a las matatenas,
al dominó o a las damas chinas.
Si acaso una escalera
apareciera súbitamente
y flotaras cerca del triunfo,
no te ciegues,
agradece por el empujón
que te pone de cara a la meta.
El avance o retroceso
en el juego es cosa de suerte,
pero en la vida
es una conjunción de todo
que hace atractivo el juego;
tómbola diaria
de complejidad y simpleza,
de extrañezas y cosas raras,
de encuentros y desencuentros,
de amores y desamores,
de aciertos y desaciertos,
de sabiduría e ignorancia.
En la vida
ni todo es serpientes,
ni tampoco escaleras,
es sumatoria de ambas
aderezada con jugadas
de Torre de Hanoi,
de tangram,
de scrable
con chispas de rompecabezas
y jugadas de ajedrez.
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com
