26 de junio de 2019
Veo su rostro
en el último segundo
de cada día,
me sonríe
y reta alevosamente,
no retrocedo,
uso como fulcro
el margen de lo previsible
para potenciar
mi esperanza en lo desconocido;
saco de mi mochila vieja
mi destreza en la pedagogía de lo incierto,
invoco algunas palabras ininteligibles
aprendidas en una pesadilla lúcida
y beso el tatuaje imaginario
de mi puño izquierdo.
Se congelan
el tiempo y el rotar planetario,
una pausa predomina
y sólo el titiritar colectivo rompe el silencio.
La miro de frente y ella también.
Siento su apetito voraz,
ella huele mi miedo.
Nos envolvemos en un toma y daca
hasta perder la noción del tiempo,
de los estragos y las heridas.
No sé quién pierde más:
ella su título de imbatibilidad
o yo mi fama de valiente.
Ella se lleva una parte de mí,
yo siento que no soy el mismo.
Sé que volveremos a encontrarnos
aunque no sé cuándo,
ni cómo,
pero sí sé que ella regresará
tratando de apropiarse
de la región inmanente
que mora en ti, en mí
y alguna vez en ella.
Abel Pérez Rojas es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.com
