24 de junio de 2019
De las cosas que le han salido bien al edil de Tuxtepec, Fernando Bautista Dávila es el asunto de los tequios. Su impacto mediático es tal que el Gobernador del estado, Alejandro Murat hace intentos para ponerlo de moda y tomarse fotos en modo albañil, pintor de brocha gorda y otros oficios que uno deduce no forman parte de su historia de vida, al contrario del edil tuxtepecano.
Y es que las fotos dicen de quien sabe comer tacos o tomar una pala, como lo atestigua la imagen de AMLO que circula desde hace varios días o los ingratos recuerdos de Peña Nieto al arrojar tierra a un recién sembrado árbol.
Por lo pronto habrá que reconocer que lo que hoy se presenta como política estatal impulsada por el Gobernador Murat, Dávila lo viene haciendo desde hace dos años. Es decir, Tuxtepec cuenta con una metodología para la realización del tequio orquestado desde el gobierno que ha pasado la prueba. En estricto sentido no es el tequio tradicional, es el tequio que se convoca, organiza y ejecuta desde el poder político en turno con las ventajas que hacen que, por ejemplo, ya se esté implementado en otros municipios a donde el Gobernador y Secretarios acuden a implementarlo, tal es el caso del Cerro del Fortín en la capital del estado y en los municipios de Santa Catarina Juquila y Santiago Yaitepec. Y más recientemente en Huajuapan de León.
La iguana dice que de poco le vale que sea Tuxtepec la cuna del nuevo tequio si en su hogar, el pestilente arroyo Moctezuma no se dignan a plantear uno. La verdosa me indica que ya están naciendo las iguanitas y que entre ellas hacen tequio para sobrevivir entre las aguas putrefactas y no lo andan presumiendo. La miro y se que tiene la razón desde su punto de vista muy verde y tomo su invitación velada para el tequio más sublime, el de la ideas. Sí, porque hasta en los tequios hay niveles y en la forma de agarrar el bote, la brocha y la idea se nota quien es chalán y quien es el maestro.