domingo, 23 de junio de 2019

¿Existen o no las posesiones?




- La Historia Jamás Contada -

Dentro del abigarrado repertorio de los sucesos declarados o considerados PARANORMALES, una categoría en particular comenzó a adquirir inesperada relevancia dentro de la cultura popular a partir de los ’70: las POSESIONES.

Tema para nada nuevo ni mucho menos, pues existen referencias al respecto en la literatura más antigua e incluso antes, en forma de pintura –graffiti incluido-, escultura y, por supuesto, tradición oral de todos los pueblos, pero fue en esa década cuando recibió un definitivo empujón mediático a través de una película icónica y, sobre todo, su apabullante publicidad científicamente diseñada, aunque la puramente espontánea tampoco desmereció, fuera a favor o en contra.

Se trató, desde luego, de THE EXORCIST (1973) de William Friedkin, basada en el bestseller homónimo de William Peter Blatty, que colocara en el centro del debate público los peligros del Satanismo, tópico caro a los puritanos padres fundadores de los Estados Unidos, aunque esta vez convenientemente aggiornato, cuando menos en su presentación, pues su objetivo era exactamente el mismo de antaño: atraer a las ovejas descarriadas nuevamente al redil.

Desde entonces, no sólo en películas y obras de ficción en general, sino en la vida real, las posesiones se han disparado, al grado de haberse convertido en la razón misma de ser de numerosos programas radiofónicos y televisivos, como aquí en nuestro País toda una época del famoso LA MANO PELUDA... Bueno, las posesiones y su remedio, el EXORCISMO, parte del mismo complejo cultural.

¿Pero qué hay de su existencia fáctica? ¿Existe realmente el fenómeno? ¿Qué lo desencadena? ¿Puede eventualmente llegar a domeñársele? Por extraño que resulte, estas preguntas obvias no parecen habérselas formulado los diversos tratadistas del tema. Me refiero a los serios, no a los que sólo buscan incrementar su audiencia o clientela, entre los que habría que incluir a la mayoría de quienes intervienen a nombre de una Iglesia cualquiera.

Como en el caso del sacerdote italiano Gabriele Amorth, de quienes unos amigos me obsequiaron su libro HABLA UN EXORCISTA hará cosa de 15 años, en que a partir de una casuística muy limitada trata de establecer una taxonomía que prácticamente sólo enuncia, para dedicarse después a hacer propaganda de los conceptos de su Religión.

Dos serían los aspectos fundamentales, de acuerdo a mi limitadísima experiencia personal, a elucidar en estos casos: 1º La existencia de una entidad OBJETIVA capaz de adueñarse de -¿qué parte o esencia de?- un ser vivo o incluso una cosa, es decir, el POSESIONANTE y 2º el DISPOSITIVO, en el sentido más general, por el cual logra y afianza la captura de su POSESO.

(Cuando hace casi treinta años, recurrimos por recomendación de un amigo a un supuesto exorcista para “liberar” a una persona entonces cercana, de los alarmantes síntomas físicos y mentales que presentaba, sólo obtuvimos algunas fórmulas “mágicas”, recetas y rituales -más la consabida moralina- que al final no mejoraron en nada su situación, pero sí que la hicieron dependiente de él y la secta que controlaba.)

Sólo cuando poseamos conocimientos precisos, por elementales que sean, sobre el fenómeno mismo de la POSESIÓN, podremos no sólo plantear su EXISTENCIA con razonable certeza, sino hacer algo cualitativamente diferente a lo hecho hasta ahora por tantos gesticuladores y farsantes que, en el mejor de los casos, dejan todo como estaba antes de su intervención… y EMPEORANDO.


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad  Investigadora de lo Extraño, músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: laicismo.org