El Soplo de Euterpe
La noche iracunda hace grietas en el cielo
Y nos permite estremecer el mundo.
L. Ayala
La música es misterio. Es un arte potente y además, posee
un gran significado. La música es un sonido organizado con un sentido en
ocasiones oculto, que al final representa una vivencia y una respuesta al
mundo. La respuesta y el acto de vida sonora requiere, sin embargo, un intérprete.
Por si misma, la música es solamente un conjunto de notas negras impresas en
papel.
Pero el acto trascendente, equivalente en la literatura al el papel en
blanco, es en el momento en que alguien preparado para leer los extraños
símbolos, comienza a trasladarlos al
mundo sonoro. Hay un traductor, un intérprete entre los pensado y sentido por
el compositor, entonces y sólo entonces la música sucede.
Este acontecimiento único, obscuro quizá, pero evidente,
es frecuentemente olvidado ya que se piensa en la música como una especie de
algo dado sujeto a una forma y un contenido determinado por la historia. Hoy el interprete oscurece incluso al
compositor, importa más el abstracto de la figura de un director, músico o un
cantante que la obra misma. Se ha borrado que el intérprete es un puente que
une las ideas musicales del compositor y trasladarlas lo más fielmente posible
al mundo sonoro, y compartirlas con el público.
Los intérpretes han sido cruciales en la historia de la
música. Sin ellos, simplemente no conoceríamos y disfrutaríamos la herencia y
la vivencia pensada por los compositores de todos los tiempos.
Al comenzar el siglo XIX la música europea había llegado
a notables avances e incluso definido una sensibilidad más profunda, más
comprometida. La Ópera en particular, había desarrollado posibilidades
teatrales y musicales que literalmente daban la vuelta a lo conocido hasta
aquel entonces. Surgían las voces femeninas como francas competidoras de los
castrati, cada vez más escasos, en parte debido a la influencia del incipiente
nacimiento de las sociedades industriales y, la lenta pero segura unificación
de Italia, Alemania y la independencia de Bélgica de Holanda.
Los intérpretes han sido considerados seres especiales,
dotados de cualidades que los hacen únicos. Venerados, amados, odiados, los
contemporáneos los han aclamado como si fueran semidioses y han inspirado a
otros para aventurarse a en el pastoso mundo del arte. La música europea
alcanzó la madurez al final del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX.
Surgieron pianistas, compositores, violinistas, cantantes con dotes extraordinarias,
y pronto ocuparon los lugares del Olimpo musical reservados para ellos.
Las voces femeninas y las personalidades singulares que
surgieron, no han sido ni remotamente alcanzadas por las sopranos actuales.
La más interesante de aquellas primeras súper estrellas,
no igualadas por ninguna soprano del siglo XX,
fue Angélica Catalani, considerada la mayor virtuosa de todos los
tiempos. Obviamente no hay grabaciones de su magnífico talento, pero las
crónicas de aquellos años dan cuenta que su personalidad era formidable,
caprichosa, imponente y un portento como intérprete, si bien se le criticaba el
mal gusto para elegir las óperas que cantaba,
no fueron óbice para rendirle un perpetuo reconocimiento.
Catalani fue el primer gran fenómeno comparable con
grandes estrellas modernas; fue la primera en levantarse con el título de prima donna assoluta y perfilar la
personalidad de las divas de todos los tiempos: avara, caprichosa, enorme ego y
un temperamento explosivo. No era menos las exigencias de astronómicos
honorarios.
Angélica Catalani vino al mundo en 1780 en el pueblo
italiano de Sinigaglia, cantó con su padre en el coro de la iglesia donde
demostró singulares talentos; con apenas diez y siete años debutó profesionalmente en el cenáculo
de la ópera, La Fenice de Venecia.
Las crónicas mencionan que el prodigio de Catalani había
basado su técnica vocal bajo la influencia del castrati Pacchiorotti.
Recordemos que apenas años antes los castrati eran las grandes estrellas del
canto. Cuando las mujeres comienzan a empujar en los escenarios, la influencia
de los contralto aun se dejan sentir con mucha intensidad. Las dotes naturales de Catalani se impusieron
gran voz, dominio de la coloratura, y volumen. Pronto y con toda fuerza, las
mujeres se impusieron y formaron estilo y escuela.
Catalani cantó en los mejores teatros europeos,
especialmente popular en Lisboa donde era adorada pero no impedía que exigiera
tres mil libras por temporada. Una cantidad francamente fabulosa. Sirva como
comparación que una familia rica en Inglaterra gastaba unas 500 libras anuales,
en lo que podría decirse vivir holgadamente.
En Londres los agudos críticos, la consideraron la voz
perfecta y fue aclamada por su interpretación de los Oratorios de Handel. En
una temporada, en la cumbre de sus dotes artísticas cobró nada menos que 50 mil
libras, cantidad ni ayer ni hoy igualada por ningún artista.
Hasta la llegada del gramófono de Edison al final del
siglo XIX, no fue posible tener registro de las voces y en general, de las
orquestas de aquellos tiempos. Podríamos pensar en la imperfección de las
interpretaciones. No hay tal. Análisis modernos revelan que los músicos de
aquellos años poseían inmejorable técnica, y notable capacidad para seguir las
indicaciones del director. Igualmente sopranos, barítonos, tenores, pianistas,
chelistas y toda la parafernalia de solistas, desplegaba sonoridades notables y
gran calidad interpretativa. Existen grabaciones de Enrico Caruso, Beniamino
Gigli en las cuales se aprecian dotes inigualables.
Si, es claro, la música es un largo camino lleno de
luminosas sorpresas.
Para esta semana:
I.-Beniamino Gigli. Italian songs.
II.-Enrico Caruso. Vesti la giubba. Il Pagliacci. Leoncavallo. 1907.
III.-Enrico Caruso. Santa Lucia. Grabada en 1916.
IV.-Maria Caniglia: Ebben? Ne andró lontana. La Wally
V.-Hina Spani. Ebben? No andró lontana. Notable soprano argentina.
VI.-Julia Lezheva. Lascia chio pianga. (Escuchar con audifónos)
VII.-Nicolo Paganini. Carnavale di Venezia. David Garret. (Simplemente maravillosa experiencia)
VIII.-Kiri te Kanawa: O mio babbino caro. Una versión moderna de una super estrella.
IX.-Amazing coloratura sopranos of all times. Notable recopilación de voces femeninas. Experiencia realmente asombrosa. La recomendamos sin reserva.
Alejandro Rivera Domínguez, miembro del Seminario de Cultura Mexicana y la Asociación de Estudios del Pleistoceno.
Correspondencia: kosmospuebla@yahoo.com