27 de mayo 2017
En mi país
hay hombres con olor a azufre
y húmedo aliento,
que dominan los caminos y los pueblos;
hombres que la sociedad rechaza
porque muestran el rostro de la muerte.
Estos extraños hombres
en sus manos llevan sangre y llevan llanto,
llevan poderosas armas y la libertad colgando;
al miedo llevan
temblando
entre plagios, levantones y secuestros.
Feroces cabalgan traficando anfetaminas,
mariguana, mujeres...
Estos hombres son:
mensajeros de la muerte
sin alma, sin corazón.
Solos vagan por el mundo
sin alegría;
vienen a salto de mata
con eterno sobresalto;
en este país de tantos muertos,
una vida invisible se levanta
como caballo de fuego
y una espada ardiendo,
a liberar
mi patria atormentada.