lunes, 28 de enero de 2019

Después de la orgía (Poema)


28 de enero del 2019


Bella bacante arrojada a la tierra.

Efigie del alma femenina en el tramo final de un secuestro dionisiaco.

Poco después del júbilo, emblema de la fiesta y de la orgía, se recupera la identidad y la consciencia, surge de nuevo el individuo y la “experiencia solitaria”,

pero en su rostro Apolo no está presente, el impetuoso oleaje aún la tiene secuestrada. El adormecimiento de la razón, a causa de la lujuriosa corporalidad, suspende la expresión del éxtasis dentro del vuelo de la belleza misma.

Forma candente que nos muestra el objeto puro del deseo al caer por el desmayo de lo incontenible.

Blancura lunar devorada por el frágil sentimiento de una piedra. Pasión inmaculada, símbolo inefable de la perfección que llora por la simpleza del ideal y el anhelo de ser un cuerpo vivo.

¡Ay! La cabeza se hunde hacia lo infinito cuando los frágiles dedos acarician la materia, mientras la cintura gira y expone en esplendor la voluptuosidad más pura del cuerpo femenino.

El orgasmo serpenteante la recorre y ella se desvanece. Es la imagen de la vida y de la muerte, del éxtasis y el descanso; es la nave que viaja a lo incontenible y que finalmente embarca en la nada, en el abismo de sí misma, en el sentimiento oceánico que llega después de la orgía.



Eduardo Ruiz Cuevas
Es escritor y filósofo