viernes, 23 de noviembre de 2018
Inventor de mí mismo
¡Ni un paso más!, me dije;
!Ni un paso más hacia el declive!
¿A dónde llegaré si continúo,
en esa dirección sin perspectiva?
La vida me fue dada
sin encargo previo,
Y mucho me dijeron
que soy el dueño de ella.
Si es verdad así,
(y asumo lo que es),
si se me deteriora,
yo debo repararla,
pues soy el responsable
de su preservación.
Sé que existen talleres
donde fabrican huesos
donde cambian la sangre,
y te venden riñones.
Pero nunca he sabido
en dónde expenden las neuronas,
o la corteza cerebral.
Quisiera que alguien me dijera
en que lugar comprar
un buen cuerpo calloso,
o tan siquiera un cerebelo.
¿Verdad que nadie sabe
dónde adquirir un lúcido cerebro
que uno pueda ponerse
para luego lucirlo frente a todos
como una buena adquisición?
Nadie lo sabe,claro.
Y esto es lo preocupante:
puedo andar sin un brazo,
desplazarme en pie,
andar, con la visión de un ojo;
hasta puedo orinar con un solo riñón;
encaso extremo, puedo respirar
con un solo pulmón.
Ahora hay marcapasos
y corazones de repuesto;
y hay órganos internos
que pueden trasplantarte.
¡Pero no hay un cerebro,
no lo hay!
que te puedan vender.
¡Esto es desesperante;
esto es loq ue te mata!,
pues es con él, que piensas,
es él con el que sientes
la emoción del amor,
la pasión por lo bello,
la tristeza infinita
cuando no hay quien te ame.
En él se gesta la ansiedad,
en él la frustración.
Y es él, monumental,
el manantial de la poesía.
Allí se gestan las imágenes
plasmadas por el genio
de un Rubens, de un Leonardo da Vinci
de un Rafael, un Miguel Ángel;
La "Primavera", ¡"El beso"! de Rodin,
allí nacieron.
Allí vivieron la luz las melodías sublimes, de Chopin, de Chaikovsky,
de Beethoven, de Liszt;
allí adquirieron calidad
de creaciones excelsas,
las obras de Tolstoy,
de Shakespeare, de Rolland,
Cervantes y Juan Rulfo.
La periódica tabla,
del ruso Mendeliéyev,
tuvo su nacimiento en el cerebro;
lo mismo las ideas
de Newton y de Einstein;
las invenciones de Lee Forest,
de Edison, de Lumíere.
En el cerebor está la noción de la vida,
y encontrarás allí el terror a la muerte.
El anhelo de ir a otros planetas
y la impaciencia por saber
de qué esta hecho él mismo
y cómo se formó,
allí lo contrarás.
Pero ¡ay! es en él
donde se gesta la locura,
la desviación hacia lo oscuro,
el lugar del enigma
de porqué enloquecemos.
Pero si encuentras un resquicio,
por el que puedas vislumbrar
en donde esta tu salvación
para librarte del declive,
introdúcete en él,
pues allí encontrarás
la posibilidad de repararlo
para poder
volver a ver la luz de la razón.
Y entonces, mirarás,
como un sol luminoso
el amor a la vida,
que es voluntad de preservarte,
la intención de inventarte
una razón para vivir.
Por eso, ante la certidumbre
de que no hay un cerebro de repuesto,
busqué dentro del mío
el rincón
dónde hallar herramientas
para restituirle el albedrío
y el impulso supremo
de mantener la vida:
¡Ni un paso más! me dije,
¡ni un paso hacia el declive!
soy mi propio Demiurgo:
me doy mis propios fines,
y me lanzo tras ellos para poder tener
mi razón de vivir.
Ricardo Montes de Oca ha escrito novelas, ensayos, cuentos y poesía. Ricardo ha cursado estudios profesionales en México y Rusia.