22 de octubre de 2018
Su lejanía exhibió nuestra cercanía,
mostró cómo emerge en el aparente trecho
lo que se ha tejido fino,
cómo es que los lazos invisibles de lo cotidiano
se hacen presentes cuando algo se ama.
En esos dominios las ausencias son presencias,
porque las personas y los recuerdos
están burilados en el corazón
y la mente de quien ha sido tocado,
infectado, mordido... enamorado.
Todos hemos experimentado lejanías cercanías
y ausencias presencias,
porque son propias de las relaciones humanas,
no son privilegios de unos cuantos,
son patrimonio de nuestra raza,
son herencia de lo que somos...
y por lo que somos estoy aquí
hablándote de la relatividad de la distancia,
del tiempo y de las circunstancias.
Sólo a la luz del amor se entienden
las lejanías cercanías y las ausencias presencias,
o quizá al tenor de las explicaciones einstenianas
y la física cuántica;
pero esos son tópicos de expertos,
temas de cátedra que no mancillo con mi ignorancia,
yo solo soy sobreviviente de los apegos,
que empieza a ver con ojos amigables la ecuación espacio, tiempo y amor.
Todo esto pasó por mi mente corazón
en un brevísimo lapso
de los instantes convertidos en días de su partida,
o mejor dicho:
de su acercamiento a través de la lejanía.
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente. Dirige Sabersinfin.comImagen: Pexels.com - The Lazy Artist Gallery
