- La Historia Jamás Contada -
En Puebla nos enteramos hace dos semanas de que, siempre sí,
el Instituto Federal de Telecomunicaciones, dependencia burocrática que discrecionalmente
distribuye los slots en el espacio radioeléctrico, insertaba en nuestra bienamada
frecuencia de 96.1 MHz en la banda de Frecuencia Modulada otra emisora, aparentemente
sin estar enterado el (ir)responsable de la asignación, de la importancia
que para la Cultura, información e incluso crítica, pero con nivel académico, han representando y lo siguen haciendo las emisiones radiales PÚBLICAS y abiertas
-broadcast- de la Universidad Nacional Autónoma de México desde hace… ¡81 años!
Referencia obligada de
lo que puede ser y HACER la Radio por una Sociedad a la cual el Aparato estatal
de educación, para no hablar de los Medios comerciales, cuyos objetivos definitivamente
no son cultivar el intelecto, la sensibilidad o el sentido cívico, siempre ha
dejado DESPROTEGIDA -Monsiváis dixit-.
Personalmente “encontré” Radio Universidad en una de las radio searchings
que acostumbraba desde niño. Esto a principios de los ’70 -en Amplitud Modulada, por supuesto,
auxiliado por una antena externa que diligentemente había instalado en la
azotea-, aunque ya tenía referencia de ella cuando los sucesos de 1968
por un compañero de la Secundaria. Recuerdo haber comunicado mi hallazgo a uno
de mis tíos, quien quedó sorprendido por la calidad de la música, inusual en la radio
convencional. Pero alrededor de las 6 de la tarde comenzaba a presentarse el
temido -por los DX listeners- fenómeno de la “estática”, con el consecuente y
progresivo emborronamiento del sonido, hasta resultar intolerable.
Cuando finalmente contamos en casa con una consola y
su receptor que incluía FM -aunque no stereo-, ya durante la segunda mitad de
esa década, comencé a escuchar Radio UNAM tanto en una como otra banda. No
recuerdo si alguna vez logré sintonizar XEYU, en los 9600 kHz de Onda Corta,
pero sí tengo muy presentes los domingos por la tarde en que me
reunía con mi amigo Agustín, compañero del Conservatorio, en su departamento y
escuchábamos el programa de Jazz de Germán Palomares Oviedo. En uno de ellos
conocimos la STREET MUSIC de William Russo.
¿Y qué decir de los cursos de idiomas, los comentarios de
Filosofía del doctor Ricardo Guerra -que siempre hablaba de Heidegger-, con la
desconcertante música de Webern como rúbrica, las críticas de Tomás
Mojarro, los 15 minutos de la BBC -sin duda entre mis favoritos-, el teatro y, por
sobre todo, la Música, con sus precisas referencias musicológicas, fundamento
de una verdadera Cultura en este aspecto?
En fin, que tanto Radio UNAM como la benemérita Biblioteca
Benjamín Franklin de esta capital poblana, fueron las Instituciones que echaron
-como he reconocido desde hace décadas- los cimientos de mi Cultura general: fueron
las dos Universidades virtuales que tuve durante mi adolescencia y juventud. La
segunda en particular, en que mi interés por la Electrónica me llevó a aprender
inglés -pues los mejores libros estaban en ese idioma- y también me enteré de las
Matemáticas Superiores y comencé a cultivar algunas de sus ramas, desapareció en 1984.
La frecuenté durante 17 años y dejé de hacerlo cuando un día, al entrar, me
topé con un policía. (“¡La Policía del Pensamiento!” fue mi reacción inmediata,
recordando 1984 de Orwell, que había leído ahí mismo, al igual que LOLITA de
Nabokov.)
Y ahora la señal de Radio UNAM ha desaparecido aquí en Puebla del
cuadrante de FM, por obra y (des)gracia de algún oligofrénico convertido en Árbitro
Supremo de lo que pueden oír o no, libre y gratuitamente los habitantes de esta
capital, empobreciendo aún más la ya muy precaria Cultura general de la
población, cuando muchos dábamos por hecho que una simple antenita -un pedazo de cable
cualquiera- interior nos daba acceso, en perfecto sonido estereofónico y las 24
horas del día, a la estación cultural POR EXCELENCIA de nuestro País.
En esto también, como observara Hannah Arendt respecto a los nazis, los grandes
Destructores no son en esencia más que BANALES BURÓCRATAS. ¿No lo creen ustedes también?
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey)
es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico
profesional y estudioso de los comportamientos sociales.
Imagen: homozapping.com.mx