domingo, 22 de julio de 2018

¿Y por qué no la Cultura?


- La Historia Jamás Contada -

Conocí a C. Jacinto Hernández Hernández hace unos 31 años, cuando un (gran) amigo mutuo nos presentó. Eran tiempos en que, por primera vez en muchos años, algunos artistas e intelectuales maduros interesados en la Cultura, tratábamos de llevarla a territorios más amplios que los tradicionales de las capillas literarias y círculos (cerrados) de dilettanti de las bellas artes. Especialmente a los estudiantes, supuestamente refractarios a formas más refinadas de expresión.

Lo que de ninguna manera era o es así, sólo que la decisión de qué presentar o no a los jóvenes en formación, era monopolio exclusivo del Estado, cuyos funcionarios entendían por “Cultura” lo que propiamente era adoctrinamiento: la interiorización de la ideología del Partido en el Poder a través de producciones “costumbristas” calcadas de la anacrónica filmografía de una mítica “Época de Oro”, que idealizaba actitudes y comportamientos provincianos ajenos a nuestra propia Historia Cultural.

Fue sobre este fondo “contracultural” -respecto a la Cultura Oficial- que desarrollamos nuestras relaciones interpersonales, una especie de bohemia en que la irreverencia y el buen humor no estaban reñidos con la discusión seria de temas que se tenían por demasiado “elevados” para ser abordados por un civil cualquiera de clase media, sino sólo los designados por las augustas Instituciones del Gobierno, la Aristocracia o… la Iglesia.

Jacinto y yo, aunque nos llevábamos pesado, siempre fuimos “buenos cuates”. De las primeras veces que convivimos, recuerdo una reunión en su casa paterna que fue todo un festival cultural  improvisado, y en la que terminamos hablando del misterio de los nahuales. Y otra parecida, aquí en la Ciudad, cuando nos contó que, por su atuendo -“como de turista gringo”- lo confundieron con un reportero, equívoco que vino a resultar en una divertida aunque, al final, extraña aventura.

También una ocasión en que me invitó a dar una Conferencia en una Escuela, que no pudo realizarse por ser el último día de clases. Pero entre tanto me había descrito las curiosas costumbres políticas de su pueblo, que bien valieron el viaje. Y cosas de ese tipo: nada planeado, definitivamente.

En fin, la última gran conversación que tuvimos, hace unas cuantas semanas, fue sobre nuestras experiencias como concursantes. Él en un certamen de Poesía y yo en uno nacional de Cultura representando al Estado, riéndonos de buena gana de todos los absurdos que se dan en este tipo de eventos, aparentemente tan serios.

Recuerdo a Jacinto como un inquieto promotor cultural -una de sus tantas facetas, desde luego- con un gran caudal de conocimientos nada convencionales que lo hacían no sólo un conversador ameno, sino también alguien a quien consultar en ciertas cuestiones sumamente especializadas: un INTELECTUAL, sin duda alguna, pero uno jovial con quien se podían intercalar los comentarios más mordaces en torno al asunto que se trataba sin que tales disgresiones lo incomodaran. Por el contrario: le daban pie para introducir las suyas propias.

Respecto a la cultura alternativa por la cual nos conocimos y coincidimos, ya no pudo realizar el proyecto para el cual ya estaba trabajando en las “relaciones públicas”, en las que era bastante hábil.

¡Lástima, pues aparte de una muy interesante experiencia CULTURAL, hubiera abonado a una mejor comprensión de nuestra realidad POLÍTICA, que tanta falta hace!


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: cineyaudiovisualarcos.blogspot.com