domingo, 24 de junio de 2018

Sucesión y diversidad sexual


- La Historia Jamás Contada -

Hace exactamente treinta años, viajando en autobús, un amigo y yo nos hacíamos algunas preguntas sobre el sentido último de la actividad política, visto desde nuestra propia experiencia como ACTIVISTAS. Fue un intercambio interesante y a la vez cuestionador pues, ¿cuántas veces no nos preguntamos de qué servía todo el esfuerzo e incluso el riesgo que esto podía llegar a entrañar?

 Algo que recuerdo haberle dicho entonces fue que sólo podía hablarse de “revolución” cuando, a resultas de ella, la (calidad de) vida de toda una sociedad hubiera mejorado objetiva y significativamente. De otro modo, no habría pasado de ser otra revuelta, guerra o tragedia… inútil. (Como dice Baudrillard en uno de sus libros: “Y así fue como el proyecto inicial de CAMBIAR LA VIDA, quedo tan sólo en… la victoria del proletariado”. Cualquier parecido con cualquier ejemplo presente que conozcamos, definitivamente no es una coincidencia.)

Consideración que viene muy a cuento en este momento, pues finalmente se trata de conservar, estabilizar y, en la medida de lo posible, profundizar los avances que el activismo civil ha logrado en décadas, especialmente de los años 60 a la fecha, en todas esas “pequeñas” cosas que fueron construyendo nuestra moderna cotidianidad individualista.

Una de éstas, sin duda, es la DIVERSIDAD -en el más amplio sentido del término-, que en la práctica significa no sólo la posibilidad de optar por otras formas de realizar lo que habitualmente hacemos, sino también de experimentar cosas a las que anteriormente nunca habíamos tenido acceso, por la razón que fuese.

Cosas como vestirse, comer, relacionarse, conocer, emprender y… una larguísima lista, tradicionalmente restringidas a cuestiones de casta o estamento, muy de sociedades arcaicas o, cuando menos, medievales, cuya finalidad era precisamente mantener a cada individuo en “su” lugar, tal como se lo habían asignado las sucesivas clases dominantes a través de las diferentes épocas y regímenes políticos.

En este sentido, podemos considerar a la Historia como un incesante “estira y afloja” entre el Poder y el individuo, que en algunas épocas favorece a uno, mientras en otras a su opuesto, pero no por fatalidad, sino como resultado de su interacción concreta. En la actualidad, esta lucha se manifiesta principalmente en el nivel IDEOLÓGICO: uno afirma algo y el otro lo cree, asumiéndolo como verdadero y actuando en consecuencia, o bien no lo cree.

Estamos en un punto tal que, aprovechando la ocasión ELECTORAL, algunos quieren “hacernos tablas” con ciertas conquistas fundamentales del individuo, como el derecho a la diversidad erótico-afectiva, contra el que estamos presenciando una carga formal por parte de corporaciones religiosas que ya no disimulan su injerencia en los procesos políticos, esperando que llegando al Poder sus fieles “aconsejados”, sea revertido legalmente por el Aparato correspondiente, aprovechando el impasse artificial en que lo ha mantenido la mayoría de gobernantes y representantes.

No olvidemos que a… ¡40 años! de la primera manifestación orgullosamente PÚBLICA de la diversidad sexual en nuestro País y la consecuente aclimatación, aceptación y simpatía con que ha sido acogida entre la población civil, una mala -literalmente- ELECCIÓN puede entregar el instrumento idóneo a sus perseguidores para confinarla de nuevo al closet… y vuelta a empezar.

Resumiendo, una SUCESIÓN gubernamental como la inminente, sólo tiene sentido si preserva, estabiliza y profundiza lo conseguido en cuatro décadas de praxis CONSTRUCTIVA y LIBERADORA en cuanto a DIVERSIDAD, sexual y todas las otras.


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: blog.jubilares.es