domingo, 27 de mayo de 2018

El contacto nuestro de todos los días


- La Historia Jamás Contada -

Uno de los temas característicos de la tendencia cultural conocida como "NEW AGE", que alcanzara su expresión contemporánea durante la transición de los ’70 a los ’80, es la posibilidad de “hacer contacto” con otras realidades o dimensiones de existencia, tanto al interior de uno mismo como fuera. Un tema caro a los ocultistas de todos los tiempos, pero que entonces adquirió cierta legitimidad entre el público general, a pesar de los gritos que en el Cielo o la Ciencia -ambos con mayúscula, por supuesto- pusieron los fundamentalistas de estos campos.

Apenas la década anterior, afirmar doctrinaria o testimonialmente una cosa así, equivalía de hecho a ganarse el ostracismo de la gente no sólo “seria” sino también “mentalmente equilibrada”, pues existía el prejuicio “profesional” de que quien percibiera o tan sólo conjeturara tales cosas debía estar (bastante) mal de la cabeza. (En épocas más oscuras, se hubiera hecho acreedor(a) a la persecución de la Inquisición -cualquiera- por comunicarse con espíritus o incluso “adorar” a dioses distintos del Verdadero -que también podía ser cualquiera-.)

Pero, quitando el folklore, ¿qué hay de todo esto? ¿Hasta dónde puede ser que se dé esta comunicación anómala entre humanos y entidades misteriosas? ¿Cómo podríamos siquiera plantearlo? Es el dilema inicial -y esencial- de toda investigación en este campo: ¿hay suficientes elementos para lanzarla? ¿Desde qué perspectiva? ¿Empleando cuál metodología?

Personalmente me siento cómodo con la histórica, tanto periodística como académica, esto es, que partiendo de una comunicación, lo mismo directa de involucrados o testigos cercanos que indirecta como podría ser una de los medios, lo siguiente es considerar qué técnica sería la más apropiada, primero, para validar dicha información y, segundo, profundizarla. Estos dos (primeros) pasos son críticos, pues de ellos dependerá tanto la continuidad del proyecto como la calidad de sus resultados.

En el caso de los “contactos” misteriosos, todos tenemos noticia de ellos a través de las religiones, las leyendas y los cuentos “infantiles” -que seguramente no lo eran en su origen- tradicionales, aunque bajo el supuesto, las primeras, de que por referirse a lo que está por encima de nuestras capacidades, lo mejor es aceptar el dogma o, si no se es religioso, desentenderse del asunto. En cuanto a las narraciones, se da por sentado que son vuelos de la imaginación.

Los “problemas” -en el sentido creativo del término- comienzan cuando resulta que las personas comienzan a hablar de experiencias semejantes a las de esos relatos, pero como hechos que realmente (les) sucedieron. Es aquí donde considero lo más apropiado investigarlas HISTÓRICAMENTE antes que adelantar cualquier teoría, como se acostumbra tanto en las Escuelas metafísicas -que abundan- como en el mundillo de la Ciencia, que finalmente no extienden nuestro conocimiento y menos aún nuestra comprensión acerca de lo que podría haber detrás de tan desconcertantes sucesos -o “parasucesos”, en todo caso-.

Es la paradoja actual con todos estos CONTACTOS MISTERIOSOS que, habiéndose aparentemente incrementado más allá de lo imaginable, al grado de ser algo ya familiar para muchísimas más personas que, por decir algo, hace 40 años, no tenemos ni la mínima noción de lo que está sucediendo, de manera semejante a lo que sucede con nuestra vida cotidiana "normal".


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional  y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: espidofreireblog.com