domingo, 22 de abril de 2018

¿Elección o ritual propiciatorio?


- La Historia Jamás Contada -

Aunque todos somos más o menos conscientes del efecto de las campañas electorales sobre nuestras emociones y, particularmente, AFECTOS, sólo mediante un acto deliberado de introspección es que logramos percibir la cadena causal que va de la propaganda objetiva -directa o subliminal, legal o no- a la decisión, aparentemente autónoma, de votar por uno u otro candidato.

Esto viene a cuento por el carácter racional que necesariamente debe tener un proceso de esta naturaleza para cumplir con las expectativas de una población convocada a participar en su propio gobierno, que es lo distintivo de la DEMOCRACIA.

De otro modo aquél adquiere inevitablemente el tono de una confrontación religiosa, donde ya no simpatizantes ni partidarios, sino devotos cada vez más fanatizados, se enfrentan con violencia creciente en su afán de imponer por la fuerza a los demás su particular dogma de fe, pues para entonces se ha renunciado tácitamente a la DISCUSIÓN, esto es, a desmontar uno a uno los distintos elementos que componen sus propuestas, tanto plataformas electorales como candidatos, para ver si casan con los supuestos de una renovación del Gobierno, a fin de elegir el team más adecuado de acuerdo a los pros y contras de cada uno.

Lo que tenemos en cambio -y que bien se cuidan de mencionar tanto “analistas políticos” (¿?) como encuestadores, tan abundantes en estas fechas- es una imagen atávica, más propia de una película histórica que de una práctica institucional moderna. (Como, por ejemplo, la relativamente reciente ÁGORA, de Alejandro Amenábar, que narra la (segunda) destrucción de la Biblioteca de Alejandría a manos de los nacientes cristianos en el siglo IV.)

Y ya en este talante religioso, todo se reduce a una mítica lucha del Bien contra el Mal, por lo que toda crítica al héroe del propio Partido -así sea fundada- sólo puede ser la obra calumniosa de villanos que buscan enturbiar su pureza: la típica actitud de see no evil de los sectarios respecto a su líder.

Por eso aparecen también en las campañas temas como la moral y los “valores” en calidad de quiméricas panaceas contra la “corrupción”, la inseguridad y lo que ustedes gusten, obviando -aunque sólo sea en apariencia- la necesidad de análisis más concretos y rigurosos de la realidad que, llevando a una comprensión más exacta de los distintos fenómenos, se aproximarían también a sus posibles  soluciones prácticas.

 En fin, que las Elecciones, por la manera  en que ha venido desarrollándose el proceso electoral -en buena medida (tele)dirigido por los Medios-, lejos de ser un ejercicio de RACIONALIDAD primero colectiva -durante la campaña- y luego INDIVIDUAL conforme se aproxima el momento de votar, no pasarán de ser, como ya es costumbre, un conjunto de RITUALES PROPICIATORIOS en el que cada cual ofrendará -delegará- al santo de su devoción sus mejores intenciones, con la esperanza de que, por su intercesión, todo cambie para... el Bien, ¿qué otra cosa?

¿Y DESPUÉS DE LAS ELECCIONES?


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: lucianahonorata.wordpress.com