sábado, 17 de marzo de 2018

La democracia de representación partidaria y sus limitaciones



- La Historia Jamás Contada -

La Democracia, tal como se practica –y predica- ahora, en el mejor de los casos es tan sólo una de Partidos, en la que éstos, partiendo de sus plataformas de principios, pasando por sus programas de gobierno y llegando, por supuesto, a sus CANDIDATOS, son presentados como las opciones a elegir por los votantes, pero ya como objetos acabados, sin posibilidad de que a posteriori sus electores intervengan en la modificación o ajuste fino de cualquiera de sus componentes doctrinarios o personales.

Es lo que se ha dado en llamar, con toda justificación, PARTIDOCRACIA, en la que el ciudadano común queda reducido a mero consumidor pasivo que no cuenta sino con dos opciones: tomar lo que le ofrecen tal como está o no tomarlo. Es decir, su personal elección queda doblemente mediatizada al depender no sólo de que ésta coincida con la mayoritaria sino que, incluso así, “su” victoria resulta indefinida, por decir lo menos. No otra cosa que el vicio de origen de la llamada “democracia representativa”, pero reforzado por una representación formal poco menos que casual, de la que no existe razonable certeza en cuanto a sus antecedentes o propósitos una vez en el Poder, con los gravísimos riesgos que esto comporta. (Como se leía en una portada de revista argentina hace algunas décadas: “Usted me votó: ¡ahora jódase!”)

Como mínimo, cada Partido tendría que: 1. Representar los intereses y aspiraciones de una PARTE definida de la población, como de hecho era su significado original: “el partido del rey”, “el partido del pueblo”, etc. y 2. Poseer una relación vinculante –“encadenante”- con el subconjunto social del que proviene, de modo que exista una continua realimentaciónfeedback- entre uno y otro.

Mientras que en los términos actuales, ya no son discernibles ni la correspondencia entre el Partido y su base social, ni la capacidad de esta última para acrecentar o menguar el poder de aquél, pues ambos entes se han desvinculado. En otras palabras, los Partidos se han autonomizado respecto a su origen históricosocial, una de cuyas consecuencias más notorias es la imposibilidad de distinguir uno de otro recurriendo a etiquetas tradicionales como “Izquierda” o “Derecha”, que deja perplejos a quienes intentan por lo menos tomar una decisión acorde a su propia ideología. (Otra no menor son las alianzas inauditas que tienen lugar entre ellos.)

Tan inocultable es ya esta incongruencia, que los oficiosos organizadores maestros de todo el proceso se sacaron de la manga una nueva categoría: los candidatos independientes, para atraer nuevamente a los ya numerosos incrédulos en el sistema de Partidos, pero con tan arbitrarias limitaciones, que dan claramente a entender que nunca antes habían considerado siquiera esta posibilidad, como diligentes propulsores de la maquinita (de juguete) electoral que siempre fueron.

Estamos, pues, ante un límite objetivo de la legitimidad de cualquier Gobierno emanado de este sistema, que no se desvanecerá con tan sólo aplicarle un toque de maquillaje “democrático”, como ingenuamente creyeron algunas vez, allá por mediados de los años 70, los “genios” (¿?) creadores de la doctrina de la gobernabilidad de las democracias, sino que exige un replanteamiento total de la cuestión.

Aunque ya en este momento puede afirmarse que la solución pasará necesariamente por devolver a los Partidos su componente ciudadano activo –y conflictivo-, de modo que la lucha electoral partidaria sea también las de los propios electores por sus motivos concretos y ya no el acto ritual de tomar partido por algún Inmortal del Olimpo –esto es, la casta o clase política- con la esperanza de ser recompensados pródigamente cuando éste acceda a su trono, cuando es bien sabido que a los Dioses no les importan los humanos más que cuando de éstos depende su llegada o permanencia en las alturas...

Así que, ya en el punto, sólo resta agregar que… SE ACEPTAN SUGERENCIAS  para lograrlo.


Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.

Imagen: tenejapanboy.files.wordpress.com