Sabersinfin -
“Sólo cada quien sabe en qué momento
se dieron en su interior las rupturas
que le permiten ver lo que los
demás no pueden ver”.
Abel Pérez Rojas.
En un mundo hiperinterconectado, cuya constante es el cambio instantáneo, parece ser que aún no termina de quedarnos claro que menospreciar a los demás es un gran error, porque algunos pretenden tener ventajas cubiertas bajo esa arrogancia.
Viene a mi mente todo esto cuando leo la entrevista que hace unos días el periódico El Universal realizó al especialista en comunicación y mercadólogo Guillermo Rentería.
Rentería fue el estratega de marketing de la campaña de Jaime Rodríguez El Bronco, gobernador electo de Nuevo León y primer mandatario estatal independiente en la historia de México.
En resumen, Rentería narra cómo con muy poco dinero y sin una estructura partidista se logró el encumbramiento de El Bronco.
Sin embargo, lo que atrapó mi atención de la entrevista se plasma en las siguientes palabras de Guillermo Rentería:
“El que nos menospreciaran, y dijeran que no era posible, está loco, no tiene estructura, ni dinero… todo eso, que además era cierto, sirvió para que nos creyeran que éramos pendejos y que no teníamos con qué, está bien, síganlo creyendo.. y así fue que nos pudimos ir colando”.
Por supuesto es debatible si el aparato de inteligencia estatal y federal no detectaron inicialmente la posibilidad de un candidato independiente, y luego su crecimiento exponencial.
Más allá de ello, habría que entender lo que Rentería llama las rendijas: el camino que se abre cuando nos menosprecian, por considerarnos no capaces de realizar lo que parece imposible o al menos difícil.
Sólo cada quien sabe en qué momento en su interior se dan las rupturas que le permiten ver lo que los demás no pueden ver.
Sólo cada quien mira la vereda acertada de las encrucijadas del sistema que se niega a dar paso a formas de vida más dignas.
Claro que la consecución de lo difícil implica la concurrencia de múltiples factores, algunos inclusive producto de la serendipia, pero, en efecto, la estrategia estuvo ligada con el demérito o desdén de los otros hacia nosotros en todos los sentidos.
Olvidan los grupos de poder que una vez acoplados en el ejercicio de su señorío empiezan a presentarse fenómenos tienen que ver con la soberbia y la monotonía diaria, ampliamente estudiado por los especialistas.
Cuando alguien está tan convencido de que forma parte de un grupo en el poder, sabe que tiene casi todos los hilos de la madeja y que puede disponer a diestra y siniestra de lo que se requiera, en ese ritmo ¿qué daño le puede ocasionar quien está en inferior situación?
La arrogancia llega a tal grado que se considera a los otros como seres inferiores infectados por la ignorancia e incapacidad para modificar el rumbo.
Hace bien quien no se deja tratar como tonto, pero son más inteligentes quienes aprovechando el velo de la soberbia y la ignorancia de su oponente, incuban nuevas formas de convivencia para hacer de este planeta un lugar mejor. ¿O no?
Imagen: elmendolotudo.com.ar
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com.