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En las graduaciones sólo se festeja que ya no habrá que regresar a clases. La fiesta no significa que haya suficiente calificación profesional, competencia laboral, experiencia profesional, ni que ya se haya obtenido un título o se tenga la tesis; en algunos casos inclusive faltan las prácticas o el servicio social.
Detrás de los alegres festejos de graduación, característicos de la mitad del año en México, se esconde una cruda realidad para el futuro de la juventud.
A nivel nacional se matriculan 3,882,625 estudiantes, sólo el 16.5% de ese total concluye sus estudios y poco menos de un tercio jamás se titulará, de acuerdo con el documento Educación Superior en Cifras, 2013-2014, editado por la Secretaría de Educación Pública. Asimismo se calcula que estudian especialidad, maestría o doctorado apenas un 7.6% de los titulados.
En tanto que la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo en el 2015 indica que poco menos de un 60% de la población en edad de trabajar (de 15 años en adelante) tiene un empleo.
Aquí es donde se desdibujan las ilusiones de los recién egresados, pues entre los distintos mercados laborales desaparece el que puede dar ocupación a los profesionistas:
El 67.7% opera como trabajador subordinado y remunerado ocupando una plaza o puesto de trabajo, apenas el 22.6% trabaja de manera independiente o por su cuenta sin contratar empleados, 5.2% se desempeña en los negocios familiares, contribuyendo de manera directa a los procesos productivos, pero sin un acuerdo.
El 41.12% se dedica al hogar o realiza otros estudios u ocupaciones, pero no recibe remuneración alguna.
Entre los desocupados un 22.7% no contaba con estudios completos de secundaria, pero la cifra más alarmante es del 77.3% de los desempleados son los de mayor nivel de instrucción.
De tal manera que se advierte que sólo 2 ó 3 de quienes terminan su carrera y se titulan, pueden llegar a tener un empleo relacionado con su formación universitaria, por lo que la educación superior ya no representa una opción para la movilidad social.
Muchos de nuestros jóvenes buscan estudiar una maestría a través de una beca para lograr una mejor preparación profesional al mismo tiempo que un ingreso.
A cada uno de nuestros jóvenes corresponde conocer esta realidad, para tomar su destino en sus propias manos, realmente apegarse a los estudios, elegir las mejores universidades, no desaprovechar ese tiempo de preparación, buscar que el perfil de la carrera les ofrezca una competencia profesional real, ser ético, mantenerse actualizado para que siempre tengan oportunidades de trabajo, y antes de egresar empezar a pensar en cómo servir al mercado de trabajo al que se dirigen con integridad, con capacidad, con decisión y con compromiso. Con estos atributos, sin duda, habrá siempre trabajo para quien se mantiene entre los mejores.
Imagen: utadeo.edu.co
Salvador Calva Morales es rector de la Universidad Mesoamericana.