- La Historia Jamás Contada -
El pasado 12 de junio se realizó una singular jornada dentro del nutrido calendario de fechas dedicadas a hacer o dejar de hacer algo en particular, como fumar, por ejemplo. Pero en esta ocasión, como desde hace varios años, se trataba de una propuesta más “radical”, por así decirlo: ABSTENERSE de usar zapatos –y calzado en general- durante todo un día de 24 horas, SIN dejar por ello de desempeñar las actividades acostumbradas. En otras palabras, tomarse un día de asueto… para los pies.
Su propósito era doble: por un lado, facilitar esta acción a las (cada vez más) personas deseosas de llevarla a cabo, al sentirse apoyadas moralmente por muchas más a lo largo del Mundo. Por otro, mostrar prácticamente a las que siempre han usado calzado, que es perfectamente posible convivir con quienes, por cualquier motivo, prefieren NO hacerlo. Es decir, fue un ejercicio de diversidad a escala internacional.
Pero cabía aún otra posibilidad, implícita en las dos declaradas: la oportunidad para quienes nunca se habían presentado descalzos “en sociedad”, de acceder, sin mayor conflicto interno o externo, por realizarse en circunstancias especialmente favorables—friendly-. a una nueva experiencia que sin duda enriquecerá sus vidas. (Como en esa anécdota que me contó hace muchos años un joven empleado, de haber acordado con sus compañeros de oficina escuchar todo lo que ellos pusieran, a condición de que oyeran igualmente la música clásica que el pondría de 12 a una de la tarde.)
Esta posibilidad de ser uno mismo, así sea temporalmente, a despecho de unas costumbres impuestas por la ideología dominante, hace una gran diferencia en la calidad de vida individual, como saben los auténticos bohemios o free spirits que la han convertido en principio generador de su estilo de vida.
Es lo valioso de propuestas como ésta del INTERNATIONAL SHOES-OFF DAY: no (auto)marginarse sino integrarse decididamente a la sociedad, dejando de lado los prejuicios interiorizados inconscientemente que empujan a lo primero. (Un detalle sociológico digno de señalar es que andar descalzo por gusto es algo que no requiere de integrarse a una masa y ni siquiera a una comunidad, sino simplemente decidirse y hacerlo solo. Interesante, ¿no creen?)
Episodios como el de ese día, al repetirse con suficiente proximidad en el tiempo, van conformando un hábito que se sustentará por sí mismo sin mayores contratiempos, lo mismo en el plano individual que social, por lo que además de aprovechar convocatorias públicas como ésta, es de lo más conveniente procurarse personalmente otras ocasiones de hacer lo mismo, ya que, parafraseando un viejo dicho inglés: ”once a barefooter, always a barefooter."
Sí, el scalzismo occasionale, sea accidental, espontáneo u organizado –como el de los clubs, días, etc.- puede no quedarse en una experiencia aislada y efímera, sino transformarse en el medio mismo para incorporar esta en más de un sentido -físico, mental, social- saludable práctica, a nuestra vida cotidiana, prolongando ese revelador momento en una OCASIÓN PERMANENTE de crecer interiormente.
(Publicado originalmente en Sabersinfin el 24 de junio de 2016)
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.
Imagen: reneewritesnow