- La Historia Jamás Contada -
La llegada de un candidato de (ultra)derecha a un cargo de elección popular –o casi, como en Estados Unidos-, es algo que pone en alerta cuando menos a dos tipos de ciudadanos: los que simplemente “la van pasando”, dedicados a sus actividades rutinarias y los adelantados, atentos a lo que se puede cambiar para mejorar.
Ambos gente práctica, capaz de reconocer la diferencia entre realidad y fantasía y que no se engancha con una visión celestial cualquiera, provenga de donde provenga, pues el “cielo” (¿?) no tiene por qué traerse a la Tierra si está bien donde está, en el mundo de las ideas… o las estrellas, como lo concebían poéticamente Schiller y Emerson.
Entonces, ¿a quiénes hablan demagogos –del griego δημαγωγός, “conductor del pueblo”- como el actual Presidente de aquel País? Ciertamente no a todos, sino sólo a cierto tipo de personalidad con la que están familiarizados desde su infancia, conocen sus motivaciones y saben cómo responderá a sus discursos –provocaciones. No hay ninguna magia en ello: lo hacen como si conversaran con sus habituales compañeros de mesa de bar, banco de Iglesia o asociación de veteranos. Los ejemplos no son gratuitos: corresponden al tipo de estrecha comunión o complicidad, pero también estrechez de miras y común actitud de resentimiento social. No en balde Hitler comenzó su carrera “oficial” de agitador en una cervecería y el Ku Klux Klan se originó entre veteranos de la Guerra Civil.
Son ambientes como éstos de donde brotan los ideólogos, activistas… y votantes de Derecha, sintiéndose extraños en una tierra extraña, a la que sólo aparentemente se integran, pero siempre con el deseo inconfesable de un día enseñorearse de ella y DEVOLVERLA a sus buenos viejos tiempos, cuando todo estaba en su lugar. No otra cosa que la típica visión aldeana que está en la base de todo FASCISMO, sea italiano, alemán, español… o estadunidense –American-.
Escribiendo lo anterior, recordé un estudio realizado en la Universidad de California (Berkeley), sobre el potencial fascista en la sociedad norteamericana, publicado en un libro bajo el título THE AUTHORITARIAN PERSONALITY en 1960. Referencia obligada a principios de los ’70, seguramente tiene aún mucho que decirnos ahora.
Dos incidentes muy recientes refuerzan la hipótesis del carácter fascista del régimen de Trump más allá de cualquier exageración periodística: la manifestación supremacista blanca en Charlottesville (VA), ampliamente comentada y criticada en los medios y otro que pasó prácticamente inadvertido a causa del huracán HARVEY: la reunión de 150 ministros evangélicos para publicar lo que llamaron “Manifiesto de Nashville” (TN) contra la comunidad LGBTQ - por queer-, resaltando en ambos casos el papel decisivo del factor irracional en las expresiones de INTOLERANCIA FANÁTICA –bigotry-. (Aunque no hay que escandalizarse demasiado por los gringos, pues aquí también tuvimos –toda proporción guardada- nuestra propia Era Trump cuando un Viejo Zorro -así se apellida- llegó a la Presidencia, desatándose las procesiones y el coheterío en Ciudades donde (aparentemente) hacía mucho habían quedado atrás estas costumbres de aldea, villa o pueblo.)
Sí, los grupos reaccionarios que actualmente se manifiestan en el vecino País, lo hacen porque primero el discurso de campaña y luego las medidas concretas del Gobierno federal que encabeza Donald Trump, reivindican sus propios reclamos, hasta ahora mantenidos en petit comité o a lo más en campamentos de milicianos, pero ahora PÚBLICAMENTE porque están seguros de la lenidad o incluso protección que, llegado el caso, les proporcionará ese mismo Gobierno contra sus opositores, así sean la mayoría.
Después de todo, son las HUESTES naturales –“orgánicas”, las llamaría Gramsci- de “Mr. President,” que justo ahora se ponen en acción, siguiendo la lógica histórica del fascismo.
BEWARE!
Publicado originalmente en Sabersinfin el 9 de septiembre de 2017)
Fernando Acosta Reyes (@ferstarey) es fundador de la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE), músico profesional y estudioso de los comportamientos sociales.
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